Alemania publica una carta del abuelo de Trump
donde ruega para que no lo deporten
Por Alfonso Peña
Un tabloide alemán publicó una carta del abuelo de
Donald Trump, en la que le ruega a las autoridades de ese país que no lo
deporten. La carta, escrita a mano originalmente en alemán, fue traducida y
publicada por “Harper’s”.
El abuelo de Trump, Friedrich Trump, primero emigró
a los Estados Unidos desde el pueblo Bávaron de Kallstadt en el imperio alemán
en 1885 a la edad de 16 años, ilegalmente evitando el servicio militar
obligatorio (lo mismo que hizo Trump para evitar ir a la guerra de Vietnam).
Eso causó que perdiera su ciudadanía, y luego se
volviera ciudadano estadounidense, donde amasó su fortuna adminitrando burdeles
y bares durante la fiebre del oro el Yukon. Trump abuelo, regresó a su país
natal a principios del siglo XX, pero fue fichado para deportación por su
antecedente.
En medio de las polémicas deportaciones de la
administración Trump, que separa familias deportando a padres y madres, la
carta de su abuelo muestra una preocupación similar. La carta es un ruego al
príncipe Luitpold de Bavaria, quien gobernaba Kallstadt en ese tiempo, para no
ser deportado a los Estados Unidos “¿Por qué debería ser deportado? Eso es muy,
muy duro para la familia”, escribe. “¿Qué pensarán nuestros conciudadanos si
las personas honestas son tratadas así?”.
Al parecer, la carta no funcionó, pues la historia
muestra a Trump abuelo de vuelta en los EE. UU., procreando un linaje que
llegaría hasta la Casa Blanca. Esta es la carta:
“Los Emigrantes
“Por Friedrich Trump
“¡Su serenísimo, y poderosísim Príncipe
Regente! ¡El más gracioso regente y señor!
“Nací en Kallstadt el 14 de marzo
de 1869. Mis padres eran trabajadores de los viñedos honestos y piadosos. Ellos
me condujeron estrictamente a todo lo que es bueno, con diligencia y piedad, a
asistir regularmente a la escuela y a la iglesia, a la completa obediencia de
la autoridad.
“Después de mi confirmación en 1882,
aprendí el oficio de barbero. Emigré en 1885, cuando cumplí 16 años. En América
llevé mi negocio con diligencia, discreción y prudencia. La bendición de Dios
estaba conmigo, y me volví rico. Obtuve la ciudadanía estadounidense en 1892.
En 1902 conocía a mi esposa. Tristemente, ella no podía tolerar el clima de
Nueva York, por eso regresé con mo adorada familia a Kallstadt.
“El pueblo me recibió con gusto como un
ciudadano capaz y productivo. Mi anciana madre estaba feliz de ver a su hijo, y
a su nuera, así como a su nieta; ella sabe que cuidaré de ella cuando sea
mayor.
“Pero fuimos confrontados, como si
cayera un rayo, con las nuevas de que el ministerio del Estado Real, decidió
que debemos dejar nuestra residencia en el reino de Bavaria. Quedamos
paralizados, nuestra familia sufrió de terrible ansiedad, y mis amada hija se
enfermó.
“¿Por qué deberíamos ser deportados?
Esto es muy, muy difícil para la familia. ¿Qué pensaran nuestros conciudadanos
si sujetos honestos son tratados así? Sin mencionar las grandes pérdidas
materiales que sufriremos. Quisiera volver a ser un ciudadano bávaro de nuevo.
“En esta situación urgente, no tengo
otro recurso que voltear los ojos a nuestro adorado, noble, sabio, y justo
señor, nuestro gobernante, altísima excelencia, quien ha llorado muchas
lágrimas, quien ha gobernado tan benéfica y justamente, y dulcemente amado, con
la petición más humilde de que el señor tenga piedad y permita a su siervo
quedarse en el más gracioso reino de Bavaria.
“Su más humilde siervo,
“Friedrich Trump.”
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