miércoles, 14 de diciembre de 2016



Homenaje de la poeta Wafi Salih a Argimiro Gabaldón. Hermoso y amoroso.
Argimiro

Tantos años sintiendo el lugar de tu mejilla izquierda 
en el hueco invisible de la almohada. 
Viéndote cambiar de ciudad 
cuando la sospecha hormigueaba en el alma, 
ocultándote en otro nombre para cada set de tu vida. 
¿Cuántas veces te escuché en otras voces? 
Me ocupaba para sentir un poco menos, 
me inventaba historias donde alguien tocaba la puerta para hablarme de ti. La típica escena de una película de amor: 
Una vez en el mercado, entre murmullos, 
oí mi nombre y grité ansiosa, soy yo.
No me he resignado a que no estés. 
Como el primer día, me siento y cierro mis manos, 
pretendo atrapar la esperanza entre los dedos. 
Todavía camino, miro los árboles del parque, 
y en voz alta hablo de mis pensamientos, 
a eso de ti, que me acompaña siempre. 
Me detengo en el mismo cedro, 
suspiro, 
me asombro de su fortaleza, 
que a pesar de su naturaleza otra, 
sigue exponiendo su ajenidad, como un huérfano.
He aprendido a vivir conmigo, 
he inventado formas, 
te he concedido el don de los milagros, 
te coloqué en el altar de los santos, 
junto a las estampitas de yeso que heredé de mi madre, 
en la pared ahumada, 
al costado derecho de San Antonio, 
debajo del ánima sola, 
tu fotografía iluminando mi cuarto

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