2016 y la esperanza aún viva
Pese a todos los planes desestabilizadores orquestados por los sectores de la derecha opositora contra el gobierno de Nicolás Maduro, el pueblo venezolano demostró en el año que culmina que, de una u otra manera, sigue esperanzado en que el chavismo gobernante superará todas las dificultades existentes, especialmente las de origen económico, llevando al país a un nivel democrático más estable e incluyente. Este sería el primer elemento a considerar al hacer un balance objetivo de lo que fue 2016.
Al mismo tiempo, hay que advertir que ello no significa que el pueblo le esté extendiendo un cheque en blanco a la dirigencia chavista sino que está consciente de lo que sería eventualmente un nuevo régimen bajo el control directo de los grupos oligárquicos opositores, tomando en cuenta los antecedentes recientes de Argentina y Brasil donde la derecha ha procedido a desmantelar los programas sociales que beneficiaban a los sectores populares más vulnerables. Pero este suceso también evidencia cómo la oposición y el imperialismo gringo han subestimado la conciencia política de avanzada adquirida por nuestro pueblo en los últimos tiempos.
Esto, a pesar del sabotaje económico y de los intentos de la derecha parlamentaria de destituir inconstitucionalmente a Maduro, lo que ha obligado a muchos chavistas y revolucionarios a adoptar una posición defensiva que limita, en grande o menor grado, la implementación y profundización de mayores cambios rrevolucionarios.
Sin embargo, esto no implica que sea algo absolutamente negativo, ya que se abren muchas posibilidades para que los movimientos populares y revolucionarios trabajen en conjunto para superar el actual marco de referencia chavista. Esto último supone trascender los liderazgos reformistas y, en algunos casos, corrompidos que obstaculizan enormemente la vigencia y la conformación de un verdadero poder popular revolucionario, autónomo, sin estar sujeto a ninguna especie de clientelismo político. Sobre todo, tales movimientos debieran contribuir a vencer las tramoyas opositoras, ejerciendo una verdadera contraloría social sobre las distintas gestiones de gobierno, logrando que sean revolucionarias, transparentes y eficientes. Para esto es importante que los chavistas y los revolucionarios abandonen toda expresión de sectarismo y entiendan que no basta con ganar elecciones y conservar cuotas de poder al modo tradicional sino ayudar a darle consistencia a una democracia consejista, participativa, protagónica y directa, ampliando el sentido de la soberanía popular contemplada en nuestro texto constitucional.
Tal meta revolucionaria no debe limitarse, por tanto, al plano únicamente político sino extenderse igualmente al económico, sin obviar los otros que, como el cultural y social caracterizan el actual modelo de sociedad venezolano.-
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