Confieso que he leído
YVKE Mundial/Roberto Malaver
PREGÚNTALE AL POLVO
Cierta noche me encontraba sentado en la cama de la habitación de la pensión de Bunker Hill en que me hospedaba, en el centro mismo de Los Ángeles. Era una noche de importancia vital para mí, ya que tenía que tomar una decisión relativa a la pensión.
John Fante.
Pregúntale al polvo
Pregúntale al polvo
Dice Charles Bukowski en el prólogo de Pregúntale al polvo: “Fante fue para mí como un dios, pero yo sabía que a los dioses hay que dejarles en paz, que no hay que llamar a su puerta”, y más adelante confirma: “Este libro —Pregúntale al polvo— constituyó mi primer encuentro con la magia”. Ya con eso uno sabe que debe leer este libro porque está pleno de un lenguaje crudo, descarnado y cargado de humor e ironía. Es ese manejo del lenguaje de la calle, del barrio, del bar lo que Bukowski aprecia y luego toma como influencia.
Fante, asumiendo su personalidad como Arturo Bandini, ejerce la escritura con violencia y desencanto. En la ciudad de Los Ángeles transcurre toda esta historia. Un enfrentamiento diario con su vida y el entorno. Una pelea con todos los que se oponen a su manera de vivir intensamente.
Decía Fante en una entrevista: “Me importa un bledo que mi obra sea comercial o no. Si lo que escribo es bueno, la gente lo leerá. Por eso existe algo llamado literatura. Un autor pone las entrañas y el corazón en cada página, y con eso basta”. Se nota, a lo largo de esta novela, que Fante escribe con su propio lenguaje, así, sin endulzar ninguna situación sino que, por el contrario, a punta de trompadas y desencuentros, va armando la que ha sido su mejor obra.
Fue libretista en Hollywood. Allí estuvo al lado de Faulkner, Saroyan y Fitzgerald. Alcohólico y jugador. Fante escribía desde adentro, narrando sus miserias más cercanas, y es por eso que Pregúntale al polvo es considerada su mejor novela. Por eso Bukowski decía: ”Me llevé el libro a casa, me tumbé a leerlo en la cama, me puse a leerlo y mucho antes de acabarlo supe que había dado con un autor que había encontrado una forma distinta de escribir”.
robertomalaver@gmail.com
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