Capriles con las redes del diablo
Las fuerzas oscuras que dominan el planeta, en abril, han desplegado todas sus redes de odio en una supuesta defensa de la democracia del niño Capriles, que no es otra cosa que la defensa de la democracia de las oligarquías criollas y de las gigantescas corporaciones que controlan el mundo como si fuese su casino de apuestas, con jugosas ganancias, las que empobrecen al mundo de manera acelerada.
El sistema neoliberal no es sólo para el dominio de una nación, es para el control político y económico del mundo, de los grandes mercados, los recursos naturales, el sistema financiero, incluido el mafioso, el narcotráfico, el negocio y contrabando de armas, las enormes redes de prostitución y los medios de comunicación mundiales, sobre todo la TV.
Sabían que iban a perder por más o menos votos que en las últimas elecciones, las que ganó holgadamente el líder Hugo Chávez, diez puntos de diferencia que no es poca cosa. Resultó que la minoría que controlan toda la prensa mundial usó su poder para convencer al pueblo venezolano que Maduro no es un buen líder como lo fue Chávez. Usaron todas las mentiras y patrañas a su alcance para producir el mayor miedo posible a los sectores desinformados.
La derrota de Capriles no fue sorpresa para nadie, pero sí parte del plan desestabilizador Venezuela, producir una masacre y permitir el ingreso de las tropas norteamericanas con el pretexto de garantizar la paz, la democracia y los intereses norteamericanos, es decir el pretexto de siempre. Pero la serenidad del pueblo los dejó sin piso y tuvieron que morderse los codos. Esta estrategia terrorista sigue desplegándose por otros senderos con la ayuda de la oligarquía local y los agentes provocadores con que cuenta en todo el subcontinente. Es claro el gran despliegue confusionista y las maniobras de los agentes para producir una guerra civil.
La democracia fue la cantaleta exhibida por gente ingenua y por indeseables en todos los países de América Latina. En el momento de la crisis atizada, abierta y clandestinamente, por los Estados Unidos, alzaron las voces disonantes, cacareando sobre la democracia de las élites. Ellos no dicen es nuestra democracia, la de los arriba, la que defiende nuestros intereses oligárquicos. No. Ellos hablan de la democracia en general para confundir a los pueblos del planeta, pero en realidad se trata de las democracias económicamente poderosas que oprime al mundo y en el que se sustenta el poder político concentrado en un puñado de gigantes corporaciones financieras internacionales.
¿La democracia de los pueblos empobrecidos por la rapacidad de las potencias, en complicidad con las oligarquías, no tiene ningún valor? Para el poder mundial, Chile y Perú son economía boyantes, ejemplo de éxito del neoliberalismo extremista. No dicen que esas economías se basan en la extracción minera y agro exportación, en la explotación de la mano de obra barata, y no existe desarrollo industrial ni competitividad tecnológica y que esa acumulación de riqueza va a manos de grupos de poder oligárquico que prefieren invertir en el extranjero, en tanto campea la pobreza y extrema pobreza. No existe redistribución de la riqueza. La educación en Chile, como en el Perú, son de peor calidad que no forma profesionales idóneos, la salud es precaria, las vías de comunicación en el ámbito andino o rural son las peores, la información es distorsionada, la justicia depende del poder económico, las mafias se han instalado en el estado y el narcotráfico encuentra caminos más beneficiosos en el mismo estado, este último es el que más inseguridad ciudadana produce en América Latina, Perú ya es presa de muchas bandas organizadas, todas ellas ligadas al narcotráfico. Entonces ¿de qué democracia hablamos?
En resumen cuando los pueblos de América Latina deciden hacer suya la democracia, las voces de los voceros de las oligarquías, y los peones de las potencias mundiales (los medios) se desgañitan diciendo que eso es populismo. Es decir que el derecho a una buena alimentación, a una educación de calidad, a una salud adecuada y una vivienda digna es populismo y que afecta la estabilidad económica, sin embargo cuando los poderosos acumulan cada vez enormes riquezas y se las llevan al extranjero a eso le llaman “desarrollo económico†.
Venezuela y otros países de América Latina han iniciado procesos democráticos en beneficio de sus pueblos. Es la democracia de las mayorías y no de las minorías ultra derechistas que deshacían de las economías nacionales. Para ellos la pobreza de los pueblos es un negocio en el que lo humano es una referencia remota o un dato estadístico. Esta es la diferencia que los partidos ultra derechistas quieren destruir. En Argentina encaran a la política de Cristina como si fuese la enemiga número uno. Y respecto de su presencia en Venezuela ha llamado al escándalo por parte de la ultra derecha y se han rasgado las vestiduras en la vía pública. Los menemistas y la oligarquía despiden furia y quieren acorralar a la Presidenta.
En el Perú la situación fue escandalosa. La mafia, los presidentes ladrones que están enjuiciados y condenados también por delitos de crímenes de lesa humanidad, así como sus adláteres han difamado el proceso electoral venezolano sobre la base de supuestos o porque la pretendida voz “sagrada†de Capriles lo ha distorsionado. El campo mafioso sigue delimitándose frente al de la decencia, el Apra con el liderazgo del ex presidente dirige la mafia y se ha puesto a la cabeza del bochinche para desprestigiar al nuevo gobierno venezolano y ha pretendido castigar al Presidente Ollanta Humala por haber convocado a la reunión extraordinaria de la UNASUR para respaldar al gobierno legítimo de Maduro y asistir a la asunción del mando, se ha engrosado con otras organizaciones políticas que se montaron en la campaña contra la revocatoria de la alcaldesa de Lima Susana Villarán. Creen que fortalecen el campo mafioso, no entienden que el movimiento social está por otra ruta.
El proceso venezolano no es puro como muchos críticos de la política idealistas quieren que sea, tiene todavía una carga negativa enorme, en la medida que lo viejo se resiste a morir y se defiende con mayor furia y muchas veces enloquece como ocurrió con la ascensión brutal de Pinochet al poder. Entre estos problemas, que debe superar Venezuela, está el ejercicio de la democracia por el pueblo mismo. Ahí hay un déficit que al actual gobierno debe reparar, es decir mayor participación de la sociedad en el debate y la construcción de una nueva sociedad, más democrática, soberana y participativa. Debe desembalsar toda la fuerza democrática del pueblo, su capacidad moralizadora y creativa.
Salvador Mendoza
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