“El Revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de Amor”: Che.
OSCAR H. AVELLANEDA 08 OCTUBRE 2019 | PACOCOL.ORG
Se cumplen 52 años del crimen de Ernesto Guevara de la Serna, por agentes del ejército boliviano, bajo las órdenes de la CIA. Herido en combate el 8 de octubre de 1967, siendo prisionero de guerra y en estado de indefensión, fue asesinado el 9 de octubre en el pueblo de La Higuera, municipio de Valle Grande, Bolivia.
Al resumir las cualidades que lo caracterizaron, el 18 de octubre de 1967, Fidel su entrañable amigo, y compañero de lucha señaló:
“Reunía, en su extraordinaria personalidad, virtudes que rara vez aparecen juntas. Él descolló como hombre de acción insuperable, pero Che no solo era un hombre de acción insuperable: Che era un hombre de pensamiento profundo, de inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura. Es decir que reunía en su persona al hombre de ideas y al hombre de acción.”
Y añadió: “Che reunía como revolucionario las virtudes que pueden definirse como la más cabal expresión de las virtudes de un revolucionario: hombre íntegro a carta cabal, hombre de honradez suprema, de sinceridad absoluta, hombre de vida estoica y espartana, hombre a quien prácticamente en su conducta no se le puede encontrar una sola mancha”
“Constituyó por sus virtudes lo que puede llamarse un verdadero modelo de revolucionario.”
Posteriormente Fidel durante su visita a Chile (1971) puntualizó:
“Podemos decir que su vida fue un ejemplo en todos los órdenes. Hombre de una integridad moral absoluta, de una firmeza de principios inquebrantable y un revolucionario integral que miraba hacia el mañana, hacia el hombre del mañana, que miraba hacia la humanidad del futuro, y que por encima de todo resaltaba los valores humanos, los valores morales del hombre, que por encima de todo predicaba el desinterés, el renunciamiento, la abnegación.”
Nacido en Argentina, el 14 de junio de 1928, Ernesto Guevara de la Serna fue un hombre cuya actuación estuvo basada en principios. Su modo de proceder se correspondió siempre con lo que proclamó en cartas, discursos, conferencias y trabajos periodísticos.
Afirmó que era imperioso obtener el poder político y liquidar a las clases explotadoras, para después afrontar la segunda etapa de la lucha, que adquiere características más difíciles que la anterior, y precisaba:
“No hay fronteras en esta lucha a muerte, no podemos permanecer indiferentes frente a lo que ocurre en cualquier parte del mundo; una victoria de cualquier país sobre el imperialismo es una victoria nuestra, así como la derrota de una nación cualquiera es una derrota para todos. El ejercicio del internacionalismo proletario es no sólo un deber de los Pueblos que luchan por asegurar un futuro mejor, además, es una necesidad insoslayable.”
Consecuente con estos razonamientos en 1965 decidió salir de Cuba para dar su contribución a la causa de la Libertad de otros Pueblos del yugo del imperialismo.
Para el Che la práctica del internacionalismo ofrecía la posibilidad de “convertirnos en revolucionarios, el escalón más alto de la especie humana.”
Sólo tenía 39 años cuando fue asesinado, y sin embargo su legado está presente en prácticamente todo el mundo y en todas las generaciones.
El Che no fue un aventurero, o un héroe solitario. Vivió con coherencia todos los días las ideas que predicó, y su ejemplo de vida nos ha dejado enseñanzas:
Defendió siempre la necesidad del estudio, para que la juventud, la militancia, todos, dominaran los conocimientos científicos, para poder resolver más rápido los problemas del Pueblo y de la Revolución, y tener una vida más lúcida y digna para todos.
Reiterando la enseñanza de Martí, decía: “¡Sólo el conocimiento libera verdaderamente a la gente!”.
Defendió la vida sencilla y el espíritu de sacrificio entre los dirigentes:
Ser el primero en la cola del trabajo y el último en la fila de los beneficios.
“No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros,” escribió a una Guevara uruguaya, que le preguntaba si eran parientes.
Defendiendo la Solidaridad y el internacionalismo pidió: “Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo.”
Consecuente militante del Partido, participó en la Revolución Cubana y ocupó todos los cargos posibles, comandante de las fuerzas armadas, ministro, presidente del Banco Central, y aun así, optó por su vocación generosa, consecuente y revolucionaria de ir a luchar por la liberación de otros Pueblos: primero en el Congo (África) y luego en Bolivia.
En todas sus actividades y gestos, siempre fue un Humanista. Y veía en el Socialismo sólo un medio de las personas para ser más justas, más iguales y más sabias.
Defendió ideas polémicas en la construcción del Socialismo cubano, buscando en la industrialización y la independencia política la forma de resolver los problemas.
Por todo ello, la derecha, y los periodistas al servicio de la burguesía, le han calumniado, porque saben que su legado seguirá influenciando a millones de jóvenes y trabajadores, que asumirán consecuentemente sus ideas y prácticas.
Por ello no es extraño que inventen y publiquen mentiras tan extravagantes como que: “era racista y homófono, ya que en varias oportunidades no solo se pronunciaba en contra de los negros y los homosexuales, sino que también los perseguía”… ¡Falso! Muchos de sus compañeros de lucha eran de raza negra, y si ello hubiese sido verdad jamás habría ido al Congo a luchar.
Y ponen entre comillas, frases que nunca fueron de él, por ejemplo: “hay que acabar con todos los periódicos. Una revolución no se puede lograr con la libertad de prensa”… Solo el odio les permite escribir cosas que ni dijo, ni escribió, sobre algo que además no sucedió antes, ni después del triunfo de la Revolución.
Y mintiendo, aún más descaradamente, inventaron que dijo: “¡el odio es el elemento central de nuestra lucha!”.
La verdad es otra muy distinta: una de sus frases más famosas, que debemos recordar, aun en las circunstancias más difíciles, fue:
“Déjenme decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el Revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de Amor. Es imposible pensar en un Revolucionario auténtico sin esta cualidad” (publicada en el libro “El socialismo y el hombre nuevo” (1965)).
Tuvo una concepción dialéctica: “Mi derrota no significará que no se pueda triunfar. Muchos han sido derrotados tratando de alcanzar la cumbre del Everest y, finalmente, el Everest fue vencido…”
La sensibilidad humana y familiar del Che conmueve y convence. Basta con leer apartes de una carta que le envió a sus cinco hijos:
“Su padre fue un hombre que obró siempre de acuerdo con lo que pensaba y siempre se mantuvo fiel a sus convicciones. Sean buenos revolucionarios. Estudien mucho. Acuérdense de que la revolución es lo que cuenta, y que cada uno de nosotros, tomado aisladamente, no vale gran cosa. Por encima de todo, sean siempre capaces de sentir en lo más profundo de ustedes mismos las injusticias que se cometan contra cualquiera y en cualquier parte del mundo que sea, esta es la más bella virtud de un revolucionario…”
Ante las amenazas de guerra de Trump, Duque y Bolsonaro, es preciso recordar sus palabras:
“Es la naturaleza del imperialismo la que bestializa a los hombres, la que los convierte en fieras sedientas de sangre, que están dispuestas a degollar, a asesinar, a destruir hasta la última imagen de un revolucionario, o de un partidario de un régimen que haya caído bajo su bota, o que luche por su Libertad. La estatua que recuerda a Lumumba hoy destruida, pero mañana reconstruida, nos recuerda también (…) que ¡no se puede confiar en el imperialismo, pero ni tantito así, nada!”
Su honestidad, responsabilidad y amor al trabajo se ganaron el corazón y la mente de los cubanos y de muchos hombres y mujeres en el mundo.
Su actitud cotidiana, su sencillez, sensibilidad y capacidad lo hicieron merecedor de ese cariño y respeto.
Debemos honrar su memoria en la lucha contra el terrorismo, la doble moral, la corrupción y la injusticia del capitalismo. Y junto a los Pueblos del mundo decimos: ¡Hasta siempre comandante!
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No se puede confiar en el imperialismo, pero ni tantito así, nada!!
No se puede confiar en el imperialismo, pero ni tantito así, nada!!
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