Lo que oculta la ofensa a las fuerzas armadas
La diatriba oposicionista de los últimos días ha estado enfilada a desacreditar a nuestras Fuerzas Armadas, endilgándole epítetos de jalamecates, autoritarios, corruptos y otras "linduras" por el estilo. Desde la presidencia de la Asamblea Nacional, el discurso antimilitarista busca hacerse fuerte en del hombre de la calle. Lo preocupante es que este rastrero discurso, muchos analistas se lo atribuyen a lo descocado que es Ramos Allup, a la radicalización de la polarización o al bajo nivel de la disputa política actual en el país. Sin embargo estas sátiras contra los militares ocultan un mar de fondo muy peligroso para la soberanía nacional y específicamente va dirigida a entregarle al imperio nuestros recursos naturales.
A partir de los años setenta de la pasada centuria, el capitalismo céntrico entró en una severa crisis de sobreproducción con su correspondiente caída tendencial de la tasa de ganancia. Frente a esta eventualidad el gobierno mundial del capital reaccionó echando mano de los Think Tanks, como Milton Friedman, Hayek et al, quienes recomendaron darle de baja al keynesianismo y en su lugar imponer el neoliberalismo. A partir de esta coyuntura, el aparato de estado imperial y sus congéneres periféricos se dedicaron a masificar la fe en el mercado y a implementar política económica de mucho mercado y poco estado. La consecuencia inmediata de esta política fue que en los países avanzados, se inició una guerra contra las conquistas sociales de los trabajadores y los recursos naturales del planeta fueron declarados patrimonio común de la humanidad. En tal sentido, el salario real de los trabajadores metropolitanos ha sufrido dramáticas reducciones y al mismo tiempo, los países periféricos comenzaron a experimentar las amarguras de la recolonización imperial.
El gran problema para las apetencias imperiales es que los países periféricos defienden celosamente su soberanía territorial en defensa de sus recursos naturales, pues, esta es el único expediente a la mano para superar sus miserias ancestrales.
En el caso venezolano, los designios imperiales chocan contra una muralla china en materia de defensa de la soberanía nacional, que viene impuesta por ser un país de larga tradición en las luchas independentista y por haber logrado triunfos siderales en materia de valorización del recurso natural petróleo. La defensa de nuestro suelo patrio comenzó con los pueblos originales, continuando hoy bajo el fuerte liderazgo de Chávez y Nicolás Maduro.
En lo atinente a la cuestión petrolera, nuestros militares tienen vara alta. Han sido los gobiernos liderados por militares, los que han logrado llevar la soberanía nacional petrolera hasta límites estratosféricos. En tal sentido, podemos afirmar que el régimen de Juan Vicente Gómez logró avances significativos en la valorización del recurso petróleo que la historiografía adeco-comunista-leninista ha tratado de ocultar como los siguientes:
1.-Puso fin a la concepción liberal sobre los recursos naturales que venía del mismísimo Simón Bolívar, e instauro la idea del estado terrateniente cobrador de una renta internacional del suelo.
2.-Le impuso al capital imperialista petrolero, una renta del suelo que oscilaba entre un 9 y un 12 por ciento, siendo un país acogotado por la malaria y el analfabetismo.
3.-Dio origen al nacionalismo petrolero que alcanzaría niveles siderales en los gobierno subsiguientes.
El gobierno encabezado por el general Eleazar López Contreras puso en agenda que las superganancias de las compañías petroleras obtenidas con el petróleo venezolano, podían ser cercenadas por el estado, si éste se armaba de los instrumentos jurídicos para tal fin.
Con el gobierno liderado por el general Isaías Medina Angarita, el avance en soberanía petrolera fue total. Derrotamos al imperialismo en lo geopolítico, en lo político y en lo económico. La historiografía adeca borró este inmenso logro petrolero de los militares venezolanos.
El gobierno del general Marcos Pérez Jiménez develó que la bastarda política petrolera adeca asentada en el fifty-fifty y en la consigna de "no más concesiones petroleras" era un inmenso fraude para el país.
Por último, las ideas petroleras del comandante Chávez, muralla contra las pretensiones imperiales de apoderarse de los recursos naturales de los países subdesarrollados, han alcanzado carta de ciudadanía universal en el reciente congreso de la energía celebrado en Turquía. Lo logrado por los militares venezolanos en materia petrolera es un insumo de primera magnitud, para resolver los problemas de miseria económica de todos los pueblos esquilmados de la periferia capitalista.
Ocultar esta historia es la aviesa intensión que se esconde tras las diatribas de Ramos Allup sobre nuestro estamento militar. Hablar de soberanía petrolera en Venezuela es develar el sideral nacionalismo militar petrolero. Para el imperio si no se destruye este ejército, el acceso a nuestros recursos naturales son cuentos de virgen loca. Como lo dijo Bolívar, Venezuela sigue siendo un cuartel, pero ahora con una inmensas conciencia nacionalista en defensa de nuestro territorio.
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