La necesidad de América Latina de liberarse del norte
Nuestro continente latinoamericano demuestra de manera más aguda la crisis económica y el caos social. Hemos perdido las grandes actividades económicas y la violencia se viene incrementando en nuestra sociedad, principalmente contra los pueblos originarios, afrodescendientes y miserables. La administración pública, en los gobiernos neoliberales tiene como objetivo garantizar las ventajas de una clase adinerada que, en constante miopía, que ve a sí misma como europea, en una respuesta latente a la pregunta de quién es el dueño de este estado: los blancos, los rentistas y la burguesía internacional.
En este modelo inducido desde el norte, las empresas nacionales no pueden controlar los recursos naturales o el proceso de industrialización que multiplicaría el margen de beneficio y la acumulación de reservas de divisas para el desarrollo. Entre las herramientas utilizadas por los fondos de capital y sus gobiernos, disponen determinados volúmenes de préstamos bajo condiciones que en la práctica sofocan las economías de nuestra América, que se encuentra en un endeudamiento creciente y recurrente desde los procesos de independencia del siglo XIX.
Por otro lado, vemos una creciente presencia de capital financiero en la economía al envés de las actividades laborales. Con cada crisis de capitalismo y la liquidez, es un gran capital el que compra empresas nacionales a precios bajos, en este ciclo nos hacemos más pequeños en nuestro continente y los neocolonizadores siguen creciendo, absorbiendo el sector de infraestructura de las naciones.
Abandonando el control de recursos como el petróleo, el gas, los minerales, el oro, el agua, el transporte, las comunicaciones, la electricidad y la banca, no se puede hablar de soberanía, incluso si se trata de decir lo contrario. Incluso un análisis superficial de nuestras economías concluye que los EE. UU., Israel y la UE han transformado nuestros mercados en extensiones de su máquina de acumulación, donde seríamos nosotros los latinos los que deberíamos obtener beneficios de nuestro desarrollo. Nos impusieron un ancla de deuda, subdesarrollo y dependencia.
En este modelo, las políticas sociales están prohibidas porque la función de los gobiernos es generar dinero para pagar las cuotas que nunca terminan de préstamos impagables. Los arios dejan en nuestras calles familias enteras de cuerpos de mendigos casi vivos. Una masa de trabajo excedente a gusto de lo que el capital quiere pagar. En lugar de más trabajo y libertad, vemos desempleo, desánimo, miedo y abandono.
Cuando recorremos nuestra América Latina, está presente en las frases historias similares de prácticas neoliberales y tiranía, lejos de ser una coincidencia, solo hace una introducción global, un manual de dominación en cartas construidas en bancos o instituciones como el FMI, el Banco Mundial, la OEA y la ONU, en gran medida asegurado por los gobiernos dominantes. No hay coincidencia sino evidencia del papel de los presidentes neoliberales en el continente.
En este conjunto de contradicciones, los países aliados del norte como Colombia con una tasa de crecimiento del PIB del 1,4% en 2019, Chile con el 0,8% se enfrentan a una grande agitación social en las calles y Brasil con el 0,4% generó 13 millones desempleados y 25 millones de subempleados. Ecuador está roto con la gente de un lado y la represión liderada por el gobierno del otro. Argentina, un antiguo ejemplo de calidad de vida, terminó el gobierno neoliberal el año pasado, llevando al 35% de la población a la pobreza donde más de la mitad de los niños (hasta 14 años) en extrema pobreza. Ya sea que se trate de crecimiento o no, no sirve a la distribución, sino a los servicios financieros de la deuda interna y externa para golpear la soberanía, lo que significa un paradigma de pérdida para la mayoría de la población.
No es necesario confiar en la utopía, los primeros gobiernos nacionalistas emprendieron políticas nacionalistas de inclusión, integración entre nuestros pueblos que permitieron un período de desarrollo sostenible, la cual llevó Estados Unidos a emprender su guerra híbrida utilizando los medios de comunicación, el poder judicial y grandes sumas de dinero para comprar figuras públicas y atacar a los gobiernos nacionales.
Necesitamos pensar grande y tener la estrategia y la inteligencia para derrotar a la ola fascista que se ha asentado en nuestro continente. Argentina, Venezuela, México, Nicaragua y Cuba son algunos de los pilares para retomar el camino devuelva el poder a los más necesitados.
No hay caminos que no podamos seguir juntos, nos enfrentamos a los mismos problemas, y si el norte nos amenaza, debemos actuar juntos sin fronteras. Nos forjaron en el trabajo de los pueblos nativos, de los negros y los criollos que se pusieron firmes en la misma arcilla, un sueño de vivir con dignidad en la tierra que es nuestra: América Latina. Juntos podemos superar los últimos cinco siglos de desigualdad.
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