Néstor Francia / Análisis de Entorno: ¿Veremos a los marines trotando por estas calles?
Pensábamos comenzar el Análisis preguntándonos si acaso es posible una intervención imperialista en Venezuela, pero cambiamos de idea, pues es claro que esa intervención ya está en curso desde hace mucho tiempo, desde que el imperialismo existe, a decir verdad. Intervención a través de gobiernos títeres, como el de Juan Vicente Gómez, que entregó mansamente nuestros recursos petroleros a las compañías yanquis y británicas, principalmente, pasando por Pérez Jiménez, que formó parte del combo de dictaduras militares que en los años 50 del siglo pasado aseguraron el predominio imperial en estas tierras, y llegando al puntofijismo, iniciado por Rómulo Betancourt después de pactar en Nueva York con el Departamento de Estado para segregar y perseguir a los comunistas en nuestro país y para servir de cabeza de puente a fin de torcer las luchas populares por la democracia que se desarrollaban en todo el continente e instaurar “democracias” dóciles y serviles, insertando en nuestros cuárteles, entre otras formas de traición, las misiones militares yanquis expulsadas en su momento por Chávez y también, posteriormente, tratando de espantar el fantasma amenazante (para el Imperio) de la Revolución Cubana. También sabemos que el imperialismo ha intervenido activamente en todas las conspiraciones adelantadas contra la Revolución Bolivariana.
Aclarado este punto, digamos que nos vamos más bien a referir a la posibilidad de una intervención actualizada, en las circunstancias de hoy, sea de manera directa o a través de fórmulas interpuestas. Por supuesto, volvemos a lo mismo, ya que se interviene cuando se financia a la derecha, cuando se sanciona injustamente a funcionarios de nuestro Gobierno, cuando se multiplican las declaraciones injerencistas de voceros imperiales o de agentes políticos a aliados a ellos, cuando se amenaza y se quiere chantajear.
En fin, el hecho es que la derecha criolla aspira a que esa intervención se complete y se corone con el derrocamiento de Maduro y con la liquidación de la Revolución Bolivariana. Para ello trabajan todos los días y es esa la esperanza más clara que albergan para retomar el poder en Venezuela. Y ahora sí cabe la pregunta ¿es posible que ese designio se cumpla? Posible, sí, pues en política los imposibles no abundan, pero ¿cuán probable? Ese es otro cantar.
Si observamos el panorama de todo el continente en los años recientes, es obvio que el imperialismo ha introducido importantes cambios en sus formas de intervención y dominación. Ha pasado, al menos por ahora, la época de las intervenciones militares directas instauradas como norma desde el siglo XIX, y realizadas en países como México, Nicaragua, Cuba, Haití, Honduras, Panamá, Santo Domingo o Granada. En la época de la guerra no convencional, Estados Unidos promueve preferiblemente la intervención indirecta por medio de conspiraciones ejecutadas fundamentalmente por factores internos que son apoyados con recursos, logística, información, y respaldo internacional mediático y político. Esto lo ha hecho también en el pasado, pero sin descartar la intervención directa con tropas si lo consideraban necesario. Una intervención de este tipo en el momento actual es bastante improbable.
Las razones del cambio de táctica imperialista en nuestro continente son varias. América Latina y el Caribe es desde hace décadas, una región reconocida como zona de paz. No ha habido conflictos bélicos de relevancia y los movimientos políticos armados, como los que hubo en Venezuela, Bolivia, Uruguay, Perú, El Salvador y Nicaragua han ido desapareciendo. El recién firmado acuerdo de paz en Colombia es de algún modo la culminación de ese proceso que ha ido llevando a las fuerzas de izquierda del continente a privilegiar formas de lucha no armadas. Por otro lado, el fortalecimiento y las victorias de esas fuerzas de izquierda, y de los movimientos populares, han tenido efectos disuasivos. También han influido factores geopolíticos relevantes, como los avances de la integración latinoamericana liderados por Chávez y otros dirigentes progresistas y nacionalistas, el surgimiento de la multilateralidad en las relaciones de nuestros países, que incluyen acuerdos importantes con países competidores de Estados Unidos, como Rusia y China. Igualmente la profunda crisis económica estructural y mundial del capitalismo, el entrampamiento imperial en el Medio Oriente, el crecimiento de alianzas diversas como el BRICS y otras que han surgido en distintas latitudes.
En el caso particular de Venezuela, hay que sumar un hecho de trascendental importancia: las grandes fortalezas del movimiento popular y revolucionario venezolano. Para los yanquis una intervención directa en nuestro país no sería para nada un paseíllo. La resistencia sería monumental, armada, organizada, prolongada, como meterse en una cueva llena de avispas. Esa fue una de las razones fundamentales por las que nunca se atrevieron a intervenir directamente en la Cuba revolucionaria. Y otra cosa: Venezuela es un proveedor de petróleo seguro y más barato, por ahora, y en el sentido estratégico también ¿Está en condiciones Estados Unidos de poner esa rica fuente en peligro?
En fin, es muy difícil que veamos a los marines trotando por las avenidas de Caracas (como simulan algunos videojuegos de guerra) o cazabombarderos gringos cruzando nuestros cielos ¿Será así por siempre? Eso no podemos asegurarlo, pero en todo caso no ocurrirá por ahora.
Entonces ¿de qué forma más directa intervendrían los gringos en Venezuela para ayudar a sus lacayos a desbancarnos? Bien, ese es otro cuento que no abordaremos en este Análisis de hoy. Será mañana, si no nos estalla algún petardo político inesperado.
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