Monseñor Lückert tiene al diablo metido
en su cabeza
Por: Teófilo Santaella
Una de estas dos cosas: monseñor Roberto Lückert está loco de remate,
o tiene metido al diablo en su cabeza. Jamás en Venezuela se ha visto a
un prelado de esa jerarquía hablar con tanta rabia y odio de un proceso y
de su máximo líder y creador: Hugo Chávez Frías. Cualquier observador,
de la tendencia que sea, tiene que darse cuenta que el monseñor de Coro
está “tostado” o tiene a Satanás dándole órdenes desde su cabeza. Y los
máximos jerarcas de la iglesia venezolana, con su líder a la cabeza, Cardenal
Urosa Sabino, no ha podido “amarrarle” la lengua a este sujeto, totalmente
desquiciado, y derramando odio puro en cada declaración que da sea dentro
del país o fuera de él. La última gracia del prelado de marras fue llevar al
Vaticano una bandera con las siete estrellas, en un afán de molestar al
chavismo y de contribuir a mantener la polarización política en Venezuela,
a la par que alimenta más el odio de la derecha radical.
1.¿Es monseñor Lückert un charlatán?
Pareciera, en ocasiones, que monseñor Lückert, que fuese un charlatán, o aparenta serlo. O un guapito de barrio. En lo particular, pienso que es un cura metido en la política. Y representa lo más rancio de la derecha venezolana. Sus declaraciones no se parecen en nada a un Capriles, a María Machado o al propio Leopoldo López, que es bastante decir. Tal vez estén más cercanas a las del rabioso senador estadounidense Marco Rubio, representante del Partido Republicano. Quien no tiene pepitas en la lengua para denigrar de nuestro país y su gobierno revolucionario.
Monseñor Lúckert debería confesarse y echar para fuera todo el odio que está anidado en su corazón contra Hugo Chávez y lo que representó, representa y representará para los venezolanos y venezolanas actuales y de las generaciones por venir. Tal vez le pongan una gran penitencia por ser portavoz de de lo más rancio de la derecha venezolana e internacional, y por contribuir a la división del pueblo venezolano. Las autoridades eclesiásticas, encabezadas por el ilustre Cardenal Urosa Sabino, deberían “amarrar” su loco, y ponerlo en buen resguardo.
2. La última “tremendura” de este señor cura
El prelado de Coro estuvo el domingo pasado en la Plaza de San Pedro, en Roma, en el acto de la bajada de la réplica de la Virgen del Rosario de la Chiquinquirá, y se la “comió” al exhibir una bandera venezolana con las siete estrellas, “ignorando”, este señor dignatario de la iglesia, que la bandera venezolana tiene 8 estrellas, en cumplimiento del pensamiento de nuestro Libertador Simón Bolívar. Con mucha razón, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, le dijo lo suyo al señor sacerdote. Cabello habría dicho que desearía enviar al planeta Marte a Lückert en un viaje de “ida sin regreso”.
Desde hace mucho tiempo, este monseñor viene dando declaraciones donde ataca abiertamente no sólo al gobierno de Nicolás Maduro, sino también lo hizo contra el Comandante Hugo Chávez. Es lo que llaman en mi pueblo un “tirapiedra”. En su afán, como militante de la derecha radical, la ha emprendido contra Iris Valera, ministra de Asuntos Penitenciarios, al punto que ella le prohibió, en aquel momento, su ingreso a la Cárcel de Coro. Cuando la época de las guarimbas, en el país, se puso de lado de los guarimberos, y justificó las acciones vandálicas de los “estudiantes”. El Consejo Legislativo del estado Falcón lo declaró “persona no grata” por sus declaraciones en torno a la crisis del país. “Es una decisión desproporcionada. Yo soy venezolano y soy libre de opinar lo que quiera…”. Así respondió el cura Lückert. Es lo que decían en mi pueblo, un “tirapiedra”, Suma Cun Laude. Chao. ¡Volveré!
Puerto Ordaz, 12 de noviembre de 2014
Pareciera, en ocasiones, que monseñor Lückert, que fuese un charlatán, o aparenta serlo. O un guapito de barrio. En lo particular, pienso que es un cura metido en la política. Y representa lo más rancio de la derecha venezolana. Sus declaraciones no se parecen en nada a un Capriles, a María Machado o al propio Leopoldo López, que es bastante decir. Tal vez estén más cercanas a las del rabioso senador estadounidense Marco Rubio, representante del Partido Republicano. Quien no tiene pepitas en la lengua para denigrar de nuestro país y su gobierno revolucionario.
Monseñor Lúckert debería confesarse y echar para fuera todo el odio que está anidado en su corazón contra Hugo Chávez y lo que representó, representa y representará para los venezolanos y venezolanas actuales y de las generaciones por venir. Tal vez le pongan una gran penitencia por ser portavoz de de lo más rancio de la derecha venezolana e internacional, y por contribuir a la división del pueblo venezolano. Las autoridades eclesiásticas, encabezadas por el ilustre Cardenal Urosa Sabino, deberían “amarrar” su loco, y ponerlo en buen resguardo.
2. La última “tremendura” de este señor cura
El prelado de Coro estuvo el domingo pasado en la Plaza de San Pedro, en Roma, en el acto de la bajada de la réplica de la Virgen del Rosario de la Chiquinquirá, y se la “comió” al exhibir una bandera venezolana con las siete estrellas, “ignorando”, este señor dignatario de la iglesia, que la bandera venezolana tiene 8 estrellas, en cumplimiento del pensamiento de nuestro Libertador Simón Bolívar. Con mucha razón, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, le dijo lo suyo al señor sacerdote. Cabello habría dicho que desearía enviar al planeta Marte a Lückert en un viaje de “ida sin regreso”.
Desde hace mucho tiempo, este monseñor viene dando declaraciones donde ataca abiertamente no sólo al gobierno de Nicolás Maduro, sino también lo hizo contra el Comandante Hugo Chávez. Es lo que llaman en mi pueblo un “tirapiedra”. En su afán, como militante de la derecha radical, la ha emprendido contra Iris Valera, ministra de Asuntos Penitenciarios, al punto que ella le prohibió, en aquel momento, su ingreso a la Cárcel de Coro. Cuando la época de las guarimbas, en el país, se puso de lado de los guarimberos, y justificó las acciones vandálicas de los “estudiantes”. El Consejo Legislativo del estado Falcón lo declaró “persona no grata” por sus declaraciones en torno a la crisis del país. “Es una decisión desproporcionada. Yo soy venezolano y soy libre de opinar lo que quiera…”. Así respondió el cura Lückert. Es lo que decían en mi pueblo, un “tirapiedra”, Suma Cun Laude. Chao. ¡Volveré!
Puerto Ordaz, 12 de noviembre de 2014
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