martes, 26 de agosto de 2014

Los 11 días que estremecieron al proceso de paz en La Habana

Lo que no se vio ni se dijo de un ciclo que tuvo de todo. Una jornada particular donde pasó lo que nadie se hubiera imaginado.
Jorge Enrique Botero 
Los 11 días que estremecieron al proceso de paz en La Habana
Foto: Elpais.com.co/AFP
Concluyó el ciclo más movido desde que se iniciaron los diálogos entre el gobierno y las Farc. Hubo de todo y todo contribuyó a la búsqueda de la paz esquiva. La temperatura de los termómetros nunca bajó de 32 grados, pero el clima de las conversaciones de paz fue más bien fresco. No era sino ver las caras de los once negociadores de lado y lado para saber que en estas once agitadas jornadas se marcó un hito en el camino para terminar la guerra.
Pese a que el inicio de esta ronda venía cargado de varias tormentas previas y sucesivas nubes negras (y pájaros de mal agüero sobrevolando el aire ardiente de la capital cubana) los vientos soplaron a favor de la nave que intenta conducir a Colombia a su puerto más anhelado. La llegada de la primera delegación de víctimas generó un tremendo revuelo y nos puso a correr a los periodistas. Lo mismo sucedió con el arribo de los integrantes de la Comisión Histórica del Conflicto y sus víctimas y también con la visita de los miembros de la Fuerza Pública, encabezados por el general Flórez para instalar la subcomisión sobre los puntos del cese al fuego bilateral y la dejación de las armas.
En este ciclo hubo más comunicadores que en cualquier otro: había reporteros y camarógrafos de tres canales de televisión de Colombia, así como de cinco cadenas internacionales de tv; estuvieron siete agencias de noticias del mundo; cronistas de 11 periódicos, periodistas de seis emisoras de radio y representantes de todos los medios cubanos.
Y así como hubo una verdadera cascada de noticias, también quedó el sinsabor de las imágenes que no se pudieron hacer y de las preguntas que se quedaron entre el tintero  Una curtida fotógrafa y entrañable amiga ironizó que era increíble que un tweet le hubiera impedido a los colombianos ver  por primera vez a un general activo dándose la mano con un comandante de las Farc: “Qué miedo tan verraco el que le tiene Santos a Uribe”, dijo.
Nadie supo explicar por qué no hubo foto del encuentro entre guerreros. Sin embargo, las Farc revelaron apartes de lo que le dijeron a los militares: “Entendemos perfectamente que ustedes no son deliberantes. No pueden serlo por definición de una Constitución y unas normas que ustedes resolvieron acatar y defender. Sin embargo, esperamos que en los ratos de trabajo conjunto que tendremos, podamos compartir con el ser humano que está más allá del camuflado, del rango y de la rigidez del reglamento. Al Yarí lo conocen ustedes y nosotros, pensamos que algunos ejecutivos de Bogotá, Medellín, Cali y otros centros urbanos de poder, lejanos y desentendidos de los escenarios de guerra, ni idea tienen de que allá, en ese paraje que nunca han imaginado, nos matamos los unos a los otros (…)hoy los invitamos a que nos despojemos de nuestros uniformes y a que, como almas llanas que somos, logremos hacer una disección de las realidades que nos han llevado a aniquilarnos los unos a los otros durante décadas de goce y delicias de los eternos detentadores del poder político”.
Además de sigilosa, la visita de la delegación militar fue relámpago. Llegaron por la mañana del viernes 22 y a las dos de la tarde ya estaban saliendo para el aeropuerto José Martí. Se vio a varios coroneles corriendo por los pasillos del hotel Palco para alcanzar a comprar una botella de ron añejo Havana Club o una caja de puros.
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La delegación de víctimas, en cambio, pasó un par de días en la capital cubana a un ritmo mucho menos acelerado. Las primeras doce víctimas del conflicto arribaron, como estaba previsto, el 16 de agosto. Esto obligó a que la Mesa de Diálogos dedicara dos días a discutir los protocolos de la visita; dónde sesionarían, cuánto tiempo hablaría cada víctima, qué tipo de acceso tendría la prensa. Se alojaron en el hotel Occidental Miramar y hasta tuvieron tiempo –cuando terminó su agotadora jornada del día 17- para ir a cenar a la Bodeguita del Medio, el emblemático restaurante de la Habana Vieja, donde Hemingway tomaba mojitos en los finales de los años 50.
El enorme edificio de protocolo de El Laguito, donde tienen lugar las más encopetas recepciones de la vida diplomática de Cuba, muy cercano al Palacio de Convenciones, fue el lugar elegido para sesionar con las víctimas. Allí sólo tuvo acceso la televisión cubana. Los colegas que estuvieron adentro comentaron que se respiraba un ambiente de solemnidad en el recinto. Esta atmósfera llegó a su clímax cuando el Monseñor Castro les pidió a todo los presentes tomarse de las manos y guardar un minuto de silencio. Cada víctima expuso su caso durante 15 minutos. Los plenipotenciarios de gobierno y guerrilla escucharon “con respeto y humildad” los escalofriantes relatos de dolor y muerte de las víctimas. Luego de que hablaron los primeros seis, hubo un receso. Fue en ese momento que se produjo un encuentro real,  de pieles y miradas directas entre las víctimas y las delegaciones del gobierno y la guerrilla.
Por ejemplo, Iván Márquez se acercó a Constanza Turbay y tras estrechar su mano le dijo que nunca debió haber ocurrido el crimen de su familia en una carretera del departamento del Caquetá. Otro caqueteño de pura cepa, Fabián Ramírez, segundo al mando del Bloque Sur, habló largamente con esta mujer valiente y adolorida. Ambos se habían cruzado cartas a raíz de aquel episodio y se pusieron al día sobre los más recientes sucesos políticos del departamento. Ella le contó que la han estado invitando a ser candidata a la gobernación del departamento, pero le confesó que no la atrae la idea. La única sobreviviente de esta familia que monopolizó el poder político del Caquetá por más de dos décadas, hizo estremecer unas horas más tarde a los periodistas cuando clamó por la continuidad de los diálogos y llamó a cesar los odios y a renunciar a las venganzas.
El encuentro de los plenipotenciarios con la delegación de víctimas concluyó con un almuerzo en uno de los salones del edificio de protocolo. Los cubanos, que según todas las voces se lucieron con una logística impecable a lo largo del actual ciclo, dispusieron varias mesas. Un testigo dijo que la mesa que más le había llamado la atención fue una en la que se sentaron a manteles los generales Mora y Naranjo con Iván Márquez y el representante de las víctimas de Bojayá.
A las dos de la tarde se hizo la rueda de prensa con las víctimas, quienes aparecieron en el recinto con ramos de flores blancas. Hablaron todos y todos clamaron por la paz, la mayoría pidió que se pacte ya mismo un cese al fuego bilateral. “Las flores significan memoria y significan esperanza; esperanza en que este proceso de paz culmine exitosamente como le hemos exigido hoy al gobierno y a las Farc”, dijo la hermana de Erika Bautista, desparecida por agentes del Estado a finales de los 80. El hijo de José Antequera, líder de la Unión Patriótica asesinado en 1989, dijo que haber crecido sin su padre, como le ha sucedido a miles de niños y niñas a lo largo del conflicto, era el mejor argumento para creer en la paz. “Ser hijo de José Antequera y haber crecido sin él me ha lanzado a una búsqueda permanente para cumplir su sueño de que en Colombia haya una solución política al conflicto”. Antequera, quien preside una organización de hijos e hijas víctimas del conflicto armado y trabaja en temas de memoria histórica, saludó la creación de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, cuya instalación se haría dos días después.
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La presencia de los miembros de esta Comisión, integrada por 12 académicos de alto nivel, fue casi tan fugaz como la de los militares. Sin embargo, los periodistas pudimos acceder a ellos. Desde el otro lado de unas puertas de vidrio pudimos verlos en diálogo informal con las delegaciones del gobierno y de la guerrilla. Esta Comisión, peleada por las Farc desde el comienzo de los diálogos, tendrá cuatro meses para producir un informe sobre los orígenes de estos 50 años de guerra y sus causas, pero –según dijo Renán Vega Cantor en el breve encuentro con los periodistas- deberá remontar su trabajo hasta los años 40, época en que, dijo, se incubó el actual conflicto.
Preguntados por las declaraciones del Procurador Ordóñez que calificó al grupo como una “comisión de los victimarios”, los académicos le pidieron que por lo menos los dejara comenzar su trabajo antes de juzgarlos.
Al terminar el ciclo 27, las dos delegaciones, en espacios distintos del mismo Palacio de las Convenciones, se pronunciaron sobre los vertiginosos sucesos de los 11 días. Humberto de la Calle citó al Presidente Santos para asegurar que “el proceso ha adquirido una nueva dinámica”. Explicó que cada uno de los expertos integrantes de la Comisión Histórica elaborará su propio informe y sobre la base de estos insumos “dos relatores, uno escogido por el gobierno y el otro por las Farc, elaborarán una relatoría de la manera más objetiva posible. Los dos relatores serán Eduardo Pizarro y Víctor Manuel Moncayo.
Respecto a la sub-comisión que trabajará en los puntos del cese al fuego bilateral y la dejación de armas, el jefe de la delegación del gobierno enfatizó que “no estamos negociando un cese al fuego ahora” y explicó que “la subcomisión se limita a preparar posibles mecanismos futuros que sólo entrarían en vigor en el momento en que lleguemos a un acuerdo final”. En clara alusión a las críticas del expresidente Uribe sobre la visita de militares activos a La Habana, dijo De la Calle que “es asombroso que la presencia de las Fuerzas Armadas, que es una garantía, se quiera malinterpretar”.
Las Farc, por su parte, fueron algo más entusiastas a la hora de resumir lo acontecido en el ciclo 27: “Ha caído el telón de un nuevo ciclo de conversaciones en La Habana, pletórico de sucesos que han avivado el fuego de la esperanza de reconciliación del país”, dijo Iván Márquez unos minutos después de que terminara su alocución Humberto de la Calle.
El jefe guerrillero calificó de “trascendental” la audiencia en la que las delegaciones de ambas partes escucharon al primer grupo de víctimas y dijo que estos colombianos “no vinieron a La Habana instigados por la vindicta: vinieron a exigir paz para Colombia, cese bilateral del fuego y dignidad humana”
También destacó la puesta en marcha de la Comisión Histórica: “Muchas cosas ocultas conocerán la luz cuando el viento de la verdad disipe las tinieblas de las mentiras”.
Al referirse al primer encuentro, cara a cara, con los militares activos que visitaron la isla dijo que “es otra excelente noticia que habla de los importantes avances que se vienen logrando en la Mesa de diálogos”.
Terminó así el ciclo 27, a sólo un mes de que se cumplan dos años desde que las delegaciones de ambas partes iniciaran su trabajo. Un ciclo cargado de noticias y lleno de imágenes que para muchos eran imposibles: generales y coroneles activos dándose la mano con comandantes guerrilleros; audiencia con las víctimas; académicos de las más diversas corrientes del pensamiento reunidos para escarbar en los orígenes y causas que pusieron en marcha la última guerra del hemisferio occidental. Todo ello bajo los rigores del verano más intenso que ha tenido Cuba en los últimos 60 años.
Al final, mientras unos recogían sus equipos y otros cerraban sus libretas de apuntes, crecía en el aire la gran pregunta: ¿Puede decirse que a estas alturas el proceso ya es irreversible?/

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