jueves, 10 de diciembre de 2015

Radicalizar al chavismo por Mary Pili Hernández


Hoy, me siento más Chavista que nunca. Sin ningún tipo de duda, sin el más mínimo titubeo, con el más grande de los orgullos: SOY CHAVISTA.

Si quieren me persiguen, me agreden, si quieren se agavillan violentamente en mi contra como lo hicieron un grupito de cobardes que tienen la desvergüenza de autodenominarse “democráticos” mientras iba a ejercer mi derecho al voto. Si quieren me insultan y usan sus páginas como La Patilla, Dólar Today, o sus periódicos como El Tiempo, o sus redes sociales para intentar burlarse, como si atacar a una persona fuera un chiste, o para promover amenazas en mi contra, con el descaro, además, de decir que eso es“libertad de expresión”. Si quieren siguen excretando su odio mientras se hacen llamar “defensores de los derechos humanos”, pero no me van a amedrentar y menos me van a hacer traicionar al más grande de los hombres que ha parido esta Patria después de Bolívar, porque, hoy más que nunca, SIGO SIENDO CHAVISTA.
Ahora bien, habiendo dejado muy claro este primer punto, es necesario analizar algunos de los mensajes que nos dejaron los resultados de las pasadas elecciones.
TRES MENSAJES DEL 6D
1. No ganó la MUD, sino el capitalismo, que es el verdadero enemigo estratégico. La guerra económica no es otra cosa que el mecanismo de los capitalistas para presionar a los pueblos que intentan emanciparse de sus garras de explotación. Se lo hicieron a Allende en el Chile de los 70, también a Cuba con el bloqueo, y a muchas otras naciones en el mundo. Es la misma receta, sólo que nosotros no pudimos resistir con la suficiente fuerza esta embestida, por ahora.
Ni un solo diputado de la MUD ganó su curul por sí solo, lo ganó el capitalismo, nacional y trasnacional, que nos aplicó una tenaza de tres patas: el acaparamiento y la especulación de los alimentos, los ataques a nuestra moneda y el desmoronamiento de los precios del petróleo. Para combatir al capitalismo en su propio terreno, hay que aprender mucho de economía, de eso que llaman “la mano invisible del mercado”. Y en realidad, en esa materia todavía tenemos mucho que estudiar.
2. Se puede subsanar el problema material, pero eso no resuelve el problema cerebral. Nunca antes un Gobierno en Venezuela se había preocupado tanto por su pueblo, ni le había garantizado tener acceso a tantas cosas: salud, educación, vivienda, computadoras, carros, artículos del hogar y pare usted de contar. Sin embargo, las cosas no sustituyen, ni nunca podrán sustituir la conciencia. Nos falta formación. Nos falta concientización. Hemos dedicado un gran esfuerzo por conquistar reivindicaciones materiales, pero hemos descuidado lo espiritual, lo que perdura y realmente hace irreversible un proceso. Y eso trae otro problema: la coherencia. No se puede predicar el socialismo y utilizar métodos capitalistas para adelantar los procesos. Entregar cosas no hace más que promover el consumismo. Si los beneficios no son colectivos, si por motivos presupuestarios los reciben solo algunos, dejan de ser logros sociales para convertirse en privilegios y eso confunde a nuestra gente.
3. Se han cometido graves errores, especialmente en el tema económico. No reconocerlo sería suicida. Lamentablemente muchas medidas que debieron tomarse hace al menos un año o más, especialmente en el tema cambiario y en el tema de la gasolina, se postergaron. Ingenuamente se creía que se podía esperar a después de las elecciones, sin entender que el enemigo estratégico no iba a dejar de presionar y que era importante tomar el control.
Lo peor no fue que se tomaran malas decisiones, sino que no se tomó ninguna, y la falta de decisiones, en el tema cambiario, por ejemplo, generó un vacío que fue rapazmente aprovechado por entes para-económicos como Dólar Today y los Cambistas colombianos. Además, la falta de acciones contundentes en esta materia, el seguir manteniendo distintos tipos de cambio (cuando, además, ninguno era real), generó una grieta que permitió que un grupo de corruptos, que se enriquecieran groseramente, aprovechando la circunstancia (tanto en el sector público como en el privado) y que, para colmo, usaran ese mismo dinero para ir en contra del propio Gobierno.
VOLVER A LA RAÍZ
Radicalizar es, en esencia, volver a la raíz. Hoy, más que nunca, debemos volver al Chávez originario. A aquel que nació de las entrañas del pueblo.
La única manera de enfrentar este revés es profundizando en los más genuinos valores chavistas: el amor al trabajo, la honestidad, la humildad, la responsabilidad, la opción preferencial por los más necesitados, el compromiso, el amor por la Patria, el estudio y la lectura disciplinada de forma inexcusable, la formación, el testimonio de vida.
Solo volviendo a ese Chávez, más aún, solo convirtiéndonos cada uno de nosotros en Chávez de verdad verdad, es que podremos superar una circunstancia como esta, decir “por ahora”, y convertir esta derrota en una palanca que catapulte nuevas victorias para el pueblo

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