jueves, 10 de diciembre de 2015

Injerencia descarada: Retoma la CIA su ofensiva en Bolivia

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El injerencismo yanqui en el país no ha cesado nunca, pero hoy toma nuevos bríos bajo el supuesto de que Evo y el proceso de cambio deben cerrar su ciclo “populista”
LA EPOCA – Después de un corto período de tiempo en que la estación CÍA en Bolivia estuvo intentando mantener un bajo perfil en sus acciones ilegales contra el gobierno del presidente Evo Morales, nuevamente comienzan a sentirse los esfuerzos de personeros de sus servicios especiales que trabajan en la embajada norteamericana para afectar y desgastar la imagen del presidente indígena y de otras autoridades de su entorno.
Estrategia mediática
Una breve revisión de los reportes de la prensa nacional e internacional, dejan ver evidencias de estos esfuerzos. Recientemente, se han comenzado a reactivar las campañas mediáticas contra el gobierno de Evo Morales, para lo que basta mencionar las siguientes:
1. La campaña desatada por elementos de la oposición boliviana, en comparsa con los medios de prensa amarillistas y de derecha como la revista brasileña Veja, en la que se pretende presentar a Bolivia como un narco-Estado.
2. Informes presentados por el gobierno de Estados Unidos descalificando los esfuerzos bolivianos en el enfrentamiento al narcotráfico, a contracorriente del informe elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDC) sobre el mismo tema, donde se destacan los avances del país en la erradicación y lucha contra la droga.
3. Mucho más reciente, la campaña desatada alrededor del caso del ex informante de la Administración para el Control de Drogas (DEA), Carlos Toro, quien, en una demanda contra la propia agencia estadounidense, aparece denunciando los intentos de éstos por vincular a personas cercanas al presidente Evo Morales y vicepresidente Álvaro García Linera con el narcotráfico. La DEA usó el pretexto de la denuncia de Carlos Toro para amplificar por varios medios la parte que refiere al supuesto narcotráfico de bolivianos.
Sin embargo, se aprecia cómo las denuncias del gobierno boliviano sobre la actividad de espionaje que realiza la DEA en Bolivia, son ciertas. Pero, más allá de esto, se evidencia como EE.UU. continúa intentando vincular a un presidente con el narcotráfico, sólo por el hecho de ser antiimperialista, anticapitalista y oponerse al injerencismo de la DEA en su país. Esta campaña, que hemos denunciado antes (“Los dos agentes encubiertos de EE.UU. que ingresaron a Bolivia”, 26 de mayo de 2013. En www.la-epoca.com.bo), en lo que se refiere a los intentos yanquis por vincular a figuras de gobierno boliviano como Felipe Cáceres y Juan Ramón Quintana con el narcotráfico, parece querer retomar vida ahora, con nuevos nombres y otros que intentarán sacar en las próximas semanas.
Los intereses actuales de los CÍA en Bolivia
Es en este escenario que se mueven los funcionarios norteamericanos, que tras el aparente tendido de puentes con el gobierno boliviano se dedican a la búsqueda de información sobre las relaciones del presidente Evo Morales con el movimiento cocalero, en especial con la Asociación Departamental de Coca de La Paz (ADEPCOCA) y EL Consejo de Federaciones Campesinas de Los Yungas de La Paz (COFECAY), demostrando un especial interés por el tipo de relaciones del Presidente con los líderes de estas organizaciones y la posibilidad de que las mismas desestabilicen el proceso de cambio, o las maneras de avivar enfrentamientos entre cocaleros de Chapare y de Yungas.
En esa dirección se orientaba el trabajo clandestino realizado por el oficial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE.UU. en La Paz, Ari Avidar, con la fachada de Vicecónsul de la Embajada de EE.UU., quien abandonó el país hace unos pocos meses, en momentos en que la sede diplomática se vio obligada a reestructurar su plantilla ante las múltiples denuncias realizadas por la prensa local y extranjera, sobre las actividades ilegales de sus funcionarios (ver foto).
Los intereses informativos del oficial Avidar, coinciden plenamente con los de su antecesor, Eric Whittington. Así, los intereses informativos que pedía el agente a sus fuentes, y de los que se dispone evidencia audiovisual, son:
a. Identificar el círculo de relaciones del vicepresidente Álvaro García Linera, particularmente los miembros del EGTK y su vinculación con militantes del MRTA de Perú.
b. Averiguar si el presidente Evo Morales tiene planes de expulsar a la Embajada de EE.UU.
c. Buscar datos que sirvan para denunciar una supuesta corrupción de la familia del vicepresidente Álvaro García Linera.
d. Recopilar información que permita vincular el apoyo o protección del Gobierno y la Policía al narcotráfico que crece en Beni y Chapare.
e. Ubicar presencia del clan Lima Lobo en Bolivia y ver la manera de vincularlo con el Gobierno.
f. Conocer la opinión de la asociación de productores de coca de la zona tradicional de los yungas sobre las denuncias que vinculan a la policía boliviana con el narcotráfico.
g. Averiguar sobre las diferencias que se dieron entre Cordero (ADEPCOCA) y el viceministro Alfredo Rada el día de la marcha por el acullico.
h. Elaborar un diagnóstico sobre el pensamiento del vicepresidente Álvaro García Linera, cuánto control tiene sobre la política de gobierno y si está satisfecho con su nivel de influencia. (Si no es así, qué planes está desarrollando para elevar su nivel de influencia en el gobierno).
i. ¿Existen facciones dentro del MAS que preocupan al Vicepresidente? ¿Cuáles y por qué? ¿Qué piensa sobre sus relaciones con el presidente Evo Morales?
j. ¿Al haber disminuido el financiamiento de Venezuela a Bolivia, se ha obstaculizado una mejor relación del gobierno con grupos o sectores indígenas y rurales?
k. ¿Cuáles son los problemas que generan mayores divisiones entre los miembros del MAS? ¿Cuál es el apoyo actual de los grupos sociales al presidente Evo Morales?
l. ¿Qué facciones del MAS (si las hubiera) aceptarían una mayor cooperación con los EE.UU.?
m. ¿Qué cocaleros tienen vínculos con el narcotráfico?
n. ¿Cuáles son los lazos de los cocaleros con los organismos antinarcóticos de las fuerzas policiales y militares bolivianas?
o. Buscar datos que conduzcan a generar la corriente de opinión de que el teniente Clavijo está protegido por el gobierno y asesinó a su esposa periodista porque disponía de mucha información que él, como policía, le trasladó alguna vez.
Todo parece indicar que, a partir de los resultados de las elecciones subnacionales, donde grupos opositores ganaron algunas gobernaciones y alcaldías importantes, la lectura de la embajada norteamericana en La Paz es que ha llegado el momento de golpear y debilitar al presidente Evo Morales, y es en este escenario que se comienzan a observar nuevamente los intentos por reactivar planes subversivos contra el país, a través de agencias norteamericanas como el Instituto Nacional Democrático (NDI), Instituto Internacional de Investigaciones para el clima y la sociedad (IRI) y la Fundación Nacional para la democracia (NED).
En los últimos meses se ha constatado la visita a Bolivia de varios emisarios de aquellas agencias para dar instrucciones y dinero a la oposición, con el fin de impedir la re postulación de Evo Morales, y articular campañas de desprestigio de la figura del presidente, vicepresidente y otros ministros anti gringos, y comenzar a promover, entrenar y financiar la carrera presidencial de líderes opositores seleccionados por Washington.
Los CÍA que se pasean por nuestra casa
La proliferación de los mencionados visitantes, con propósitos subversivos, coincide con los cambios que se están dando en la estación CÍA en La Paz, donde ya se conoce la retirada del jefe de estación, Stephen Joseph Feldman, funcionario muy conocido en medios diplomáticos, aunque con un cargo menor en la embajada y en una oficina de planificación –inhabitualmente usada como fachada– a fin de refrescar la muy “quemada” oficina político-económica en la que funciona la legación de la Agencia (ver foto).
Con la salida de Feldman se pretende “lavar” la muy evidente presencia de la CÍA, que quedó al descubierta por la agresiva figura pública de este último jefe de estación. Para ello se introduce como posible relevo al segundo secretario, Sean Daniel Boda, hombre al que se le tilda de ser el ideal para los tiempos que se viven en Bolivia, vísperas de un importante referendo para habilitar la re postulación del presidente Evo Morales en 2019.
Otra muestra de la utilización de cargos diplomáticos en trabajos de espionaje es el hecho de que sus funcionarios encubiertos, los de la CÍA y otras agencias subversivas, evaden el uso de autos diplomáticos para pasar desapercibidos, como hacía Stephen J. Feldman, que siempre se trasladaba en una vagoneta blanca con patente corriente 2470-yln, la que antes usaba el oficial analista de la CÍA, Gregory Reynold Alston (ver foto 3).
Ver foto citada en el PDF del semario en: http://www.la-epoca.com.bo/portada/1449463447/digital/#/4/zoomed
La práctica de solapamiento de la actividad clandestina suele aplicarse por casi todos los oficiales de la CÍA que trabajan bajo fachada, siendo el caso de Ari Avidar, quien se movía siempre en camioneta particular de color guinda con patente 2314-DAR (ver foto 4).
Ver foto citada en el PDF del semario en: http://www.la-epoca.com.bo/portada/1449463447/digital/#/4/zoomed
La CÍA mueve sus piezas
En estos momentos se está dando un “lavado de cara”, a la vez que se le refuerza, a la estación CÍA y la embajada norteamericana, con cuadros experimentados y de anteriores misiones subversivas en otros países, como ocurre con el Ministro Consejero Gabriel Escobar; los primeros secretarios Chase Allen Beamer y su pareja Katharine Beamer o el agregado de seguridad Roberto Bernardo, quienes vienen a montar la nueva ofensiva anti-Evo, por medios clandestinos y estrechos contactos con la oposición, al tiempo que la embajada expresa públicamente una aparente voluntad de acercamiento y mejoramiento de las relaciones entre Washington y La Paz.
Resulta interesante que en el período reciente, además de los oficiales CÍA mencionados, hayan relevado de La Paz a los también espías Todd David Anderson, Alton Dawsey, Leah Hellen Pillsbury, Jeremy C. Stalla, Allison Rachel Welch, Firoza Yuki Kondo-sha, Liv Irene Kirpatrick, Richard Joseph Fasciglioni y Gabriel Vargas (los nombres de sus reemplazos los preservaremos para otro momento).
Este accionar de doble ruta, la de extender puentes al tiempo que se subvierte, les ha dado un primer resultado cuando el presidente Evo Morales, el pasado 10 de agosto, recibió al encargado de negocios Peter Meier Brennan, mostrando señales de esfuerzo por mejorar las relaciones, sobre la base del respeto mutuo y el trato igualitario entre las dos naciones.
Sin embargo, los servicios especiales y sus centros de subversión marchan en otra dirección, existiendo claros indicios de la reactivación de redes de agentes CÍA, DEA y Mossad, en territorio boliviano, bajo el mando de jefes de redes como:
1. Liliana Rodríguez Espitia, colombiana, ex amante del narco colombiano John Wilson Díaz “el mono”. Fue detenida por el caso del norteamericano Jacob Ostreicher.
2. Álvaro La Torre, ex fiscal y veterano jefe de red de la CÍA y la DEA, encargado de pagar los bonos de la DEA a los fiscales y policías que trabajaban para esta agencia en Santa Cruz, y a otras personas que cumplían tareas o eran informantes de los yanquis. Actualmente es enamorado de Liliana Rodríguez Espitia, con quien coordina operaciones de la CÍA y el Mossad.
3. Marcelino Díaz Murillo, nacido el 23 de junio de 1960, empresario arquitecto y urbanista en Santa Cruz que trabaja en el proyecto de Parque Industrial del norte cruceño. Tiene varias nacionalidades, como la mexicana, española y británica, y está casado con la norteamericana Bonnie Elizabeth Díaz. Tiene fuertes vínculos con la embajada norteamericana en Bolivia y financia a opositores como los parlamentarios Tomas Monasterio y Carmen Eva González. Posee empresas empleadas como fachadas para encubrir su actividad como hombre de la CÍA y jefe de red de agentes en Santa Cruz; suele usar de base de operaciones y entrevistas el Café “Boccacio”.
Durante 2014 y 2015, se ha caracterizado por realizar frecuentes viajes a Miami, Buenos Aires, Panamá, Asunción y Lima, a esta última –extrañamente– a través de desaguadero (el objetivo de estas decenas de viajes es para “la búsqueda de instrucciones para su accionar ilegal”).
Estos tres “socios” del espionaje yanqui-sionista, y jefes de redes de espionaje, tienen por prioridad el reclutamiento de agentes en el entorno de autoridades nacionales, en interés de perforar el círculo más estrecho del Vicepresidente y de los Ministros de la Presidencia, de Gobierno y de Relaciones Exteriores.
Además, se afanan en crear redes de la CÍA en el sistema judicial y el Ministerio Público, captando fiscales y jueces, sobre todo a jóvenes, a quienes pagan cursos en los EE.UU., donde son reclutados. La agencia estadounidense también financiaría experimentados abogados como Miguel Toranzo Claure y Eusebio Gironda, para infiltrar a autoridades.
La reciente publicación de documentos wikileaks en el libro: The wikileaks files (2015), de Alexander Main y Dan Beeton, ambos miembros del centro de investigaciones económicas y políticas de Washington, ha develado la carrera injerencista y desestabilizadora de la embajada norteamericana en Bolivia desde que Evo Morales se lanzó en campaña por la presidencia, y con mayor intensidad y agresividad cuando el golpe separatista de 2008. Esa carrera no ha cesado nunca, pero hoy toma nuevos bríos bajo el supuesto de que Evo y su proceso de cambio deben cerrar también su ciclo de “populismo”, junto a los líderes de otros procesos progresistas de la región.
En ese afán imperial, de ofensiva capitalista neoliberal, no está negada ninguna vía de golpe “blando o duro”, ni de magnicidio, para hacer desaparecer a este líder indígena y mundial de la escena política, como lo planearon en el 2008.

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