Foto: Misión Verdad
Por: Roger Capella Mateo
Después de ver las películas Machuca o La batalla final se puede concluir que ambas desarrollan una visión cierta de la realidad que vivió Santiago de Chile en 1973, las circunstancias que preceden al golpe de Estado promovido por el Departamento de Estado de EEUU y ejecutado por el ejército y la derecha fascista, con Pinochet al frente, y que acabaron con un gobierno democráticamente electo y un talentoso, honesto y valiente presidente: Salvador Allende. Por supuesto acaban también con el sueño de un pueblo, el de conquistar un cambio revolucionario en Chile. Estas películas nos deja pensando, reflexionando con la Venezuela Bolivariana de hoy.
Han transcurrido 43 años, pero sin dudas hay similitudes. También sustanciales diferencias.
Pero primero quiero referirme a las similitudes. La guerra comenzó en Chile con lo que la derecha fascista chilena y algunos ingenuos o académicos calificaban de crisis económica, por la “mala gestión” del gobierno socialista, con el pretexto de que ahuyentaban las inversiones extranjeras, porque amenazaba la industria y el comercio privado, etc. Realizaron paros de transporte privado, guarimbas, cacerolazos, campañas de desinformación y tergiversación perversa de la realidad por los medios de comunicación, donde destacó el periódico: El Mercurio. El final todos lo recordamos, con hondo y prolongado dolor. No habían pasado 15 días cuando con desfachatez a la supuesta crisis se le cayó la careta: era una guerra. Salieron todos los productos que estaban desaparecidos, de las “ratoneras”, de las bodegas, almacenes de los hipócritas comerciantes e industriales que antes aparentaban ser víctimas sollozantes de la economía allendista derrochando risotadas en las fiestas de celebración de la caída del rrrrégimen. Burlándose de cómo mentían públicamente para engañar a la opinión pública y de ese pueblo que pagaba un elevado costo con la muerte de sus mejores líderes sociales, políticos, con una monstruosa represión, violación de todos los derechos humanos del pueblo chileno y la diáspora del querido Chile. Muchos llegaron a Venezuela. Me atrevo a afirmar que aún la sociedad chilena vive las consecuencias de la macabra dictadura pinochetista.
Con sus diferencias, también Nicaragua fue víctima de esas supuestas crisis económicas, durante el primer gobierno del frente sandinista. Con un desabastecimiento inducido y una violencia que se expresó en una variante de guerra civil entre los “contras” y el ejército popular del gobierno sandinista, “contras” que eran financiados y entrenados por la CIA, generando un estado de terror en las familias nicaragüenses que llevó al pueblo, temeroso de la “inseguridad” reinante, a votar por Violeta Chamorro y sacar a Daniel Ortega del poder, para así acabar la guerra y evitar que los jóvenes muriesen en esa confrontación fabricada por los gringos. También decía la derecha nicaragüense y el “periodismo libre” que se trataba de una crisis económica y política generada por el sandinismo. También se cayeron las caretas con el gobierno de la Chamorro. El pueblo nicaragüense posteriormente eligió de nuevo a Ortega.
También en la Venezuela Bolivariana y chavista hay una guerra. Que no comenzó con el presidente Maduro. Mucho antes, incluso antes de que ganase nuestro presidente eterno Hugo Chávez, durante su gobierno vivimos momentos muy difíciles. No sólo el golpe del 11 de abril de 2002, el paro petrolero y empresarial de fines de 2002 y comienzos de 2003. Después el llamado a alzamiento militar desde la plaza Altamira con militares y civiles alzados contra nuestro gobierno y nuestra constitución (por cierto, no hay ni un preso por esos delitos) y ni qué decir de la descomunal y permanente campaña a nivel nacional e internacional por parte de todos los medios de comunicación al servicio del neoliberalismo, de la clase que dirige el capital en el mundo. Esta guerra, que la derecha fascista criolla y la orquestica del fascismo mundial, con caras de demócratas, socialdemócratas, republicanos, demócratacristianos y hasta algunos diz que socialistas, de manera brutal, atropellante, mienten descaradamente, conspiran abiertamente contra la verdad de la Revolución Bolivariana y chavista, quieren hacer creer que se trata de una simple crisis económica que es consecuencia de las “pésimas” y “erróneas” políticas económicas de nuestro gobierno revolucionario. Incluso algunos “ingenuos” académicos, y los que no lo son tanto, hablan de la “responsabilidad” de nuestro gobierno en la crisis. Menos mal que nuestro incansable presidente chavista Nicolás Maduro libra una batalla al frente de nuestro pueblo igualmente valeroso, heroico, infatigable, contra los enemigos de nuestra revolución.
Lamentablemente muchas personas piensan todavía que una guerra se establece cuando diferentes bandos utilizan armas de fuego y se caen a plomo o sucedáneos. Pero la guerra, dirigida a derrotar a nuestro gobierno chavista, ponen al bobo, al gafo, al menso e’ Nirgua, al brutazo de Chúo, a los voceros de la burguesía parasitaria a hablar de crisis, mientras tanto los terroristas de VP, PJ, el ánima sola y otras especies, sólo piensan en desestabilizar por vías violentas, promover el contrabando hacia Colombia, el bachaqueo, la especulación, el poder de la pseudodivisa de Dólar Today, el descrédito del poder electoral, el soborno de funcionarios para encallejonar a nuestra población a ir a unas elecciones en diciembre, molestos, inconformes, arrechos con nuestro gobierno para salirse con la suya. Quieren alcanzar una mayoría en la Asamblea Nacional para utilizarla como agente desestabilizador de esta revolución. O sea que estas bandas de terroristas que se hacen llamar oposición democrática pretenden “aterrorizar” a nuestro pueblo para conseguir gobernar, es obvio que con terror.
Estoy convencido que el 6-D no será la batalla final. Los patriotas ganaremos las elecciones. El chavismo es un sentimiento popular. El chavismo es el alma de nuestro pueblo de a pie, de los patriotas que creemos y defendemos nuestra soberanía, defendemos y pelearemos por la inclusión social, política, económica, étnica, cultural, de género. Creemos sin ambages ni condiciones en la Revolución Bolivariana, en nuestro líder eterno Hugo Chávez y en la capacidad política de nuestro presidente Nicolás Maduro. Pero debemos estar claros que la guerra de la derecha fascista, la guerra económica va a continuar. Ganar el 6D es una batalla para triunfar. Pero no basta. Los mercados a cielo abierto han atenuado las necesidades de la población. El cierre de la frontera ha mostrado una respuesta extraordinaria en el combate al contrabando. También mucha gente comienza a crear sus huertos familiares y comunales. Con certeza otras medidas se seguirán tomando para estabilizar el abastecimiento de alimentos, medicamentos y otros productos con los que se desabastece y especula. La tarea es larga.
Con algunos compañeros de Carabobo hemos conversado sobre la posibilidad de establecer una distribución de alimentos y medicamentos atendiendo a la distribución de la población electoral, con uso de captahuellas y cédula, con periodicidad semanal o quincenal y con la cantidad de productos indispensable. Es obvio que las recientes medidas sobre los precios y ganancias controladas en los productos elaborados en el País y en los importados son fundamentales. Pero la sugerencia puede permitir el equilibrio en acceso a los productos y a corregir las “perversiones” de los canales de distribución.
En esta guerra económica todos tenemos un puesto… Los patriotas defendiendo nuestro pueblo; los terroristas maltratando a la Patria. Necesario es vencer. El 6 de diciembre votaremos con la Patria.
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