sábado, 14 de marzo de 2015

El elefentebocarriba

PODEMOS, el caso Ledezma y otras fabulas

Federico Ruiz Tirado

La (in)definición pública de Podemos sobre el chavismo y el rechazo de Pablo Iglesias a la “detención” de Ledezma encierra la persistente “debilidad” por buscar afuera lo que está adentro.
Si entendemos que Podemos es un partido hecho por clases medias académicas para clases medias pauperizadas pero que aún anhelan ser clases medias  y más, descifraremos parte de la ambigüedad de su discurso respecto a las definiciones de fondo y su reacomodo en el sistema político español para ir de la izquierda al centro con el supuesto fin de romper el bipartidismo del pacto de la Moncloa.
Nuestra “inteligencia” podría decir que Chávez hizo lo mismo cuando captó a parte de la clase media y bañaría el discurso de Podemos con un relato de “realidad política” que es selectivo si, por ejemplo, hay que aplicárselo a Maduro cuando supuestamente abandona “el legado de Chávez”.
Pero el dilema de Podemos va más allá.
Qué son los académicos en la revolución como punto de partida
Una constante del comandante Chávez fue tener flexibilidad en la praxis y en la teoría por lo que se valió de todo lo que tuvo a mano para abrir la mente, reflexionar, cuestionar, cuestionarnos y ser una persona que usaba al pragmatismo para construir un horizonte nuevo sin dogmatismo ni “verdades” teóricas.
Como es sabido, el comandante nunca dejó de escuchar e invitar a nadie e incluso usó a los académicos de todos los costados del mundo para que le presentaran propuestas y les vació la cabeza, sacó lo que le servía y después aplicó el úselo y tírelo.
Los Dietrich, Ceresole, y en menor medida los “jóvenes” académicos de Podemos fueron víctimas  de esto y hasta lo utilizaron a su favor para obtener un prestigio prestado con el que se valieron de legitimidad en América Latina cuando a Pablo Iglesias, Monedero y otros se los conocía más en Venezuela que en España.
Comprender que esa “individualidad académica” fue utilizada para un fin colectivo, hace evidente la  realidad: vinieron a dar las respuestas que antes no estaban porque si no hubiesen estado, hubiesen estado otros Podemos y así sucesivamente. Porque la revolución bolivariana nace de una realidad política que “excede” a la intelectualidad y tiene más que ver con construir una alternativa con que muchas veces es triturada cuando las “individualidades” y sus “ideas” dejan de servir y los cuadros teóricos se caen ante el acelerado curso de los acontecimientos.
Más bien, los triturados quedan siempre apretados entre la revolución y la contrarrevolución permanente y es ahí cuando en ocasiones sale a flote la figura solitaria del “bien pensante” sobre el colectivo en una jugada solitaria que desnuda la falta de correlato entre la “intelectualidad” y la construcción política de poder real.
El síndrome  Nicmer Evans, Giordani, Ana Elisa Osorio y Héctor Navarro.
¿Y Podemos?
“Nadie es indispensable” es uno de esos  “lugar común” que por serlo no deja de ser verdadero y a veces vigente,  pero que en el “cuadro de pensamiento” de muchos de los nuestros no aplica a los llamados “intelectuales revolucionarios”.
Y si son europeos o de otro latitud, su valor indispensable aumenta en el mercado de la endogamia “militante” cuando la realidad es que un “intelectual revolucionario” es tanto o (muchas veces) menos que un comunero que le echa pierna y acaso aparece unos treinta segundos cada diez años en VTV o en alguna cuña diseñada por un hipster, que también se cree “indispensable para la revolución” o simplemente está haciendo su negocio.
Con Podemos y su “intelectualidad”, pasó que un grupo de “académicos y tecnócratas politizados” pegaron un salto político que fue sobrevalorado y por eso a muchos les duele el rechazo a la detención del alcalde Ledezma que pronunció Pablo Iglesias después de una reunión del órgano ejecutivo de su partido, aún cuando en la Eurocámara se hayan plegado a la posición de la Izquierda Europea de rechazar la intromisión en asuntos venezolanos.
Es que cuando la campaña internacional anti Venezuela arrecia y  Podemos intenta pegarse al chavismo, su reacción mediática no es de ambigüedad, no es de eso es “asunto de los venezolanos”, sino que toma partido. Si la MUD existiera en España, la presidiera Podemos.
Podemos se pone del mismo lado de quienes planeaban tirar bombas porque critica la detención de uno de los operadores políticos de los tucanos boys, aun cuando “luego se compruebe que haya incurrido en un delito”, aún si Lorenth Saleh ponía una bomba en la gobernación de Táchira lo importante “era el debido proceso y su transparencia”, no que se evitaran los muertos.
Eso es un hecho que excede cualquier tipo de “realismo político” porque el verdadero “realismo político” habría sido quedarse callado, no hacer una reunión del partido para decidir que el caso Ledezma era el indicado para tomar distancia y alejar los fantasmas del castrochavismo de España. Esta es la clave del asunto.
Podemos comenzó como un partido para expresar a los “indignados” por la pérdida de los beneficios del Estado de Bienestar y la bicicleta crediticia destinada al consumo y compra de inmuebles, entre otras fantasías que Alemania, Francia y Gran Bretaña quisieron que sus periferias vivieran en tiempos en los que especulación financiera permitía ser del primer mundo europeo a Grecia, Portugal e Irlanda sin que en realidad fueran centrales.
En España no hay pobreza campante, no hay conciencia de clase, sino que una clase media que ahora se dio cuenta que su capitalismo consumista se basaba en una ficción sostenida porque otros produjeran lo que ellos no producían y ahora su clase dominante los tiene que poner de nuevo en el “sistema” con el austericidio para insertarlos en el verdadero mundo donde hay menos derechos y más deberes (más explotación disfrazada de “productividad”).
Podemos encauzó el descontento con el sistema y contra las “castas” en base al concepto de los significantes vacíos para tomar palabras abiertas y legitimadas por el sentido común resemantizarlas,  darles un nuevo valor, y en esta lógica se entrampó cuando el mismo sistema lo limitó e intenta captar a las clases medias que prefieren el orden de lo ya conocido al cambio desconocido.
En ese mismo momento, el sistema y sus medios empezaron a demonizarlos por “chavistas” e incluso los acusaron de estar financiados por Venezuela llevándolos lentamente a limitar su discurso “rupturista” y evitar plantear reformas económicas que vayan más allá de que la “casta” no evada impuestos para sostener el Estado Bienestar y que los políticos dejen de robar y sean  vírgenes purísimas, como si esos fueran los únicos problemas que encierran hoy a España.
En ningún lado se habló de un significante que persigue a España, el de la refundación, el de la República que nunca nació, y ese es un límite de Podemos sobre el que no ha expresado porque en realidad no es un vacío: La monarquía divide, las trasnacionales españolas dividen, el euro y la falta de soberanía monetaria también dividen.
Podemos es esto y no un movimiento de Quinta República, ni un chavismo a la europea, sino que se nutre de las ideas que rompieron el puntofijismo en Venezuela y desde ahí utiliza estas herramientas para lograr un cambio dentro del mismo sistema porque hay que volver al capitalismo de Bienestar y continuar con la ficción de que España es del primer mundo.
La construcción de un nuevo sistema, en realidad, sigue en Venezuela sin frenos. No hay que observar afuera lo que está adentro con sus grises porque la necesidad de demonizar a Podemos como chavistas demuestra lo dañino que es para el sistema y el mundo la patria bolivariana.
En España hay un reformismo de clases medias que está contenido a nivel europeo por el factor anti austericidio comandado por Alemania,  en la que Grecia pica en punta y no se observa un cuestionamiento al sistema como tal sino de reformulación de la Unión Europea.
El verdadero juego está en Venezuela y para acá hay que mirar.
Y eso sin preguntarnos una realidad política más honda y profunda ya escenificada en las discusiones entre los revolucionarios periféricos y centrales
¿Los países periféricos tenemos que continuar financiando el Bienestar de los países rentistas como España?
¿Las trasnacionales españoles deben continuar haciendo dinero en América Latina para luego repatriarlo a Madrid sin reinvertir nada en nuestro suelo?
¿De qué lado está Podemos en esa jugada?







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