El elefentebocarriba
PODEMOS, el caso Ledezma y otras
fabulas
Federico Ruiz
Tirado
La (in)definición pública de Podemos sobre el chavismo y el rechazo de
Pablo Iglesias a la “detención” de Ledezma encierra la persistente “debilidad”
por buscar afuera lo que está adentro.
Si entendemos que Podemos es un partido hecho por clases medias
académicas para clases medias pauperizadas pero que aún anhelan ser clases
medias y más, descifraremos parte de la
ambigüedad de su discurso respecto a las definiciones de fondo y su reacomodo
en el sistema político español para ir de la izquierda al centro con el
supuesto fin de romper el bipartidismo del pacto de la Moncloa.
Nuestra “inteligencia” podría decir que Chávez hizo lo mismo cuando
captó a parte de la clase media y bañaría el discurso de Podemos con un relato
de “realidad política” que es selectivo si, por ejemplo, hay que aplicárselo a Maduro
cuando supuestamente abandona “el legado de Chávez”.
Pero el dilema de Podemos va más allá.
Qué son los académicos en la revolución como punto de partida
Una constante del comandante Chávez fue tener flexibilidad en la praxis
y en la teoría por lo que se valió de todo lo que tuvo a mano para abrir la
mente, reflexionar, cuestionar, cuestionarnos y ser una persona que usaba al
pragmatismo para construir un horizonte nuevo sin dogmatismo ni “verdades”
teóricas.
Como es sabido, el comandante nunca dejó de escuchar e invitar a nadie
e incluso usó a los académicos de todos los costados del mundo para que le
presentaran propuestas y les vació la cabeza, sacó lo que le servía y después
aplicó el úselo y tírelo.
Los Dietrich, Ceresole, y en menor medida los “jóvenes” académicos de
Podemos fueron víctimas de esto y hasta
lo utilizaron a su favor para obtener un prestigio prestado con el que se
valieron de legitimidad en América Latina cuando a Pablo Iglesias, Monedero y
otros se los conocía más en Venezuela que en España.
Comprender que esa “individualidad académica” fue utilizada para un fin
colectivo, hace evidente la realidad: vinieron
a dar las respuestas que antes no estaban porque si no hubiesen estado,
hubiesen estado otros Podemos y así sucesivamente. Porque la revolución
bolivariana nace de una realidad política que “excede” a la intelectualidad y
tiene más que ver con construir una alternativa con que muchas veces es
triturada cuando las “individualidades” y sus “ideas” dejan de servir y los
cuadros teóricos se caen ante el acelerado curso de los acontecimientos.
Más bien, los triturados quedan siempre apretados entre la revolución y
la contrarrevolución permanente y es ahí cuando en ocasiones sale a flote la
figura solitaria del “bien pensante” sobre el colectivo en una jugada solitaria
que desnuda la falta de correlato entre la “intelectualidad” y la construcción
política de poder real.
El síndrome Nicmer Evans,
Giordani, Ana Elisa Osorio y Héctor Navarro.
¿Y Podemos?
“Nadie es indispensable” es uno de esos
“lugar común” que por serlo no deja de ser verdadero y a veces vigente, pero que en el “cuadro de pensamiento” de
muchos de los nuestros no aplica a los llamados “intelectuales
revolucionarios”.
Y si son europeos o de otro latitud, su valor indispensable aumenta en
el mercado de la endogamia “militante” cuando la realidad es que un
“intelectual revolucionario” es tanto o (muchas veces) menos que un comunero
que le echa pierna y acaso aparece unos treinta segundos cada diez años en VTV o
en alguna cuña diseñada por un hipster, que también se cree “indispensable para
la revolución” o simplemente está haciendo su negocio.
Con Podemos y su “intelectualidad”, pasó que un grupo de “académicos y
tecnócratas politizados” pegaron un salto político que fue sobrevalorado y por
eso a muchos les duele el rechazo a la detención del alcalde Ledezma que
pronunció Pablo Iglesias después de una reunión del órgano ejecutivo de su
partido, aún cuando en la Eurocámara se hayan plegado a la posición de la
Izquierda Europea de rechazar la intromisión en asuntos venezolanos.
Es que cuando la campaña internacional anti Venezuela arrecia y Podemos intenta pegarse al chavismo, su
reacción mediática no es de ambigüedad, no es de eso es “asunto de los
venezolanos”, sino que toma partido. Si la MUD existiera en España, la
presidiera Podemos.
Podemos se pone del mismo lado de quienes planeaban tirar bombas porque
critica la detención de uno de los operadores políticos de los tucanos boys, aun
cuando “luego se compruebe que haya incurrido en un delito”, aún si Lorenth Saleh
ponía una bomba en la gobernación de Táchira lo importante “era el debido
proceso y su transparencia”, no que se evitaran los muertos.
Eso es un hecho que excede cualquier tipo de “realismo político” porque
el verdadero “realismo político” habría sido quedarse callado, no hacer una
reunión del partido para decidir que el caso Ledezma era el indicado para tomar
distancia y alejar los fantasmas del castrochavismo de España. Esta es la clave
del asunto.
Podemos comenzó como un partido para expresar a los “indignados” por la
pérdida de los beneficios del Estado de Bienestar y la bicicleta crediticia
destinada al consumo y compra de inmuebles, entre otras fantasías que Alemania,
Francia y Gran Bretaña quisieron que sus periferias vivieran en tiempos en los
que especulación financiera permitía ser del primer mundo europeo a Grecia,
Portugal e Irlanda sin que en realidad fueran centrales.
En España no hay pobreza campante, no hay conciencia de clase, sino que
una clase media que ahora se dio cuenta que su capitalismo consumista se basaba
en una ficción sostenida porque otros produjeran lo que ellos no producían y
ahora su clase dominante los tiene que poner de nuevo en el “sistema” con el
austericidio para insertarlos en el verdadero mundo donde hay menos derechos y
más deberes (más explotación disfrazada de “productividad”).
Podemos encauzó el descontento con el sistema y contra las “castas” en
base al concepto de los significantes vacíos para tomar palabras abiertas y
legitimadas por el sentido común resemantizarlas, darles un nuevo valor, y en esta lógica se
entrampó cuando el mismo sistema lo limitó e intenta captar a las clases medias
que prefieren el orden de lo ya conocido al cambio desconocido.
En ese mismo momento, el sistema y sus medios empezaron a demonizarlos
por “chavistas” e incluso los acusaron de estar financiados por Venezuela
llevándolos lentamente a limitar su discurso “rupturista” y evitar plantear
reformas económicas que vayan más allá de que la “casta” no evada impuestos
para sostener el Estado Bienestar y que los políticos dejen de robar y
sean vírgenes purísimas, como si esos
fueran los únicos problemas que encierran hoy a España.
En ningún lado se habló de un significante que persigue a España, el de
la refundación, el de la República que nunca nació, y ese es un límite de
Podemos sobre el que no ha expresado porque en realidad no es un vacío: La
monarquía divide, las trasnacionales españolas dividen, el euro y la falta de
soberanía monetaria también dividen.
Podemos es esto y no un movimiento de Quinta República, ni un chavismo
a la europea, sino que se nutre de las ideas que rompieron el puntofijismo en
Venezuela y desde ahí utiliza estas herramientas para lograr un cambio dentro
del mismo sistema porque hay que volver al capitalismo de Bienestar y continuar
con la ficción de que España es del primer mundo.
La construcción de un nuevo sistema, en realidad, sigue en Venezuela
sin frenos. No hay que observar afuera lo que está adentro con sus grises
porque la necesidad de demonizar a Podemos como chavistas demuestra lo dañino
que es para el sistema y el mundo la patria bolivariana.
En España hay un reformismo de clases medias que está contenido a nivel
europeo por el factor anti austericidio comandado por Alemania, en la que Grecia pica en punta y no se observa
un cuestionamiento al sistema como tal sino de reformulación de la Unión
Europea.
El verdadero juego está en Venezuela y para acá hay que mirar.
Y eso sin preguntarnos una realidad política más honda y profunda ya
escenificada en las discusiones entre los revolucionarios periféricos y
centrales
¿Los países periféricos tenemos que continuar financiando el Bienestar
de los países rentistas como España?
¿Las trasnacionales españoles deben continuar haciendo dinero en
América Latina para luego repatriarlo a Madrid sin reinvertir nada en nuestro
suelo?
¿De qué lado está Podemos en esa jugada?
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