jueves, 8 de enero de 2015

 Análisis de Entorno: Venezuela; 

La ultraderecha enciende la hornilla

Néstor Francia /


- La oscuridad del mundo

- El atentado contra Charlie Hebdo

- La raíz del problema

- Otras oscuridades más terribles

- Un cuento de niños

- Los muertos de Irak, Líbano, Siria, Afganistán, Libia, Palestina y más

- Mucha tela que cortar en torno a Charlie Hebdo

- Sospechosos habituales

- A qué huele el odio

- ¿Qué idioma hablan los asesinos de París?

- Islamofobia en Europa

- Cosecha de tempestades

- Venezuela: La ultraderecha enciende la hornilla

- ¿Tanto va el cántaro al agua?

La oscuridad del mundo pesa como una carga dolorosa, extraña ¿Cómo no condenar el atentado contra Charlie Hebdo? Es brutal la cobardía, la malignidad de quienes se presentan en un lugar donde hay gente inerme, trabajando, y con toda ventaja y superioridad les atacan con armas letales, los asesinan, sin ni siquiera darles la oportunidad de defenderse o al menos de pedir clemencia.
Pero quedarse en esta declaración de principios no es suficiente, no apunta a la raíz del problema. Y eso es lo que quieren los verdaderos culpables, los que han sembrado la semilla del odio y de la intolerancia desde hace tanto tiempo. Hay que ir al fondo del asunto, porque hay otras oscuridades quizás más terribles que la sombra que cubrió a Paris.
Lo que vimos en Paris es un cuento de niños comparado con los horrores que ha producido el imperialismo en tantos países y en todas las épocas de su existencia. Faltarían infinitas páginas de prensa para que esos genocidios igualaran proporcionalmente el escándalo que ha generado la masacre de Charlie Hebdo. Pero los miles de muertos de Irak, de Libia, de Siria, de Afganistán, de Líbano, de Palestina, los lisiados, los mutilados, los huérfanos no son más que figurantes en una tragicomedia montada por los canallas sobre la viscosa razón del petróleo, para controlar territorios y poblaciones enteras. Todo ese horror lo justifican con cánticos por la democracia y los “derechos humanos”, por denuncias falaces sobre armas de destrucción masiva, por falsos argumentos urdidos en laboratorios y extendidos por medio de imprentas y cámaras.
Hay mucha tela que cortar en el caso de Charlie Hebdo ¿Quiénes apretaron los gatillos? ¿No es sospechoso el Mosad? ¿Por qué se descarta a la CIA? Se dice que han identificado a los culpables y que uno se ha entregado ¿quién puede asegurar que no son chivos expiatorios o asesinos a sueldo? También pueden ser fanáticos aislados, unos locos. Pero la insidia mediática apunta de una vez a los culpables de moda, a los islamitas, a los árabes, al “terrorismo” moro, con toda la carga de discriminación, de segregación, de exclusión, de odio, de racismo, que a fin de cuentas es lo que ha creado al monstruo que segó doce vidas en la sede de un semanario parisino, sin importar quien realmente haya sido el ejecutante material.
El odio que envuelve la tragedia de Charlie Hebdo huele aEl odio que envuelve la tragedia de Charlie Hebdo huele a drones, a misil israelí, a bombardeo, a invasión, a mierda gringa defecada en los desiertos invadidos, a orine yanqui  bañando el rostro de los prisioneros, a torturas en Guantánamo, a cárceles secretas en Europa del este, a calles de Bagdad inundadas de sangre. La misma inquina, las mismas mentiras, el mismo enemigo, los mismos escenarios virtuales, el mismo autor. Los asesinos de París no hablan árabe, hablan inglés. Esa es la verdad verdadera que se le socapa al mundo. En ese sentido sí podemos decir que todos somos Charlie Hebdo. Todos somos víctimas del mismo victimario.
En ese contexto, no es despreciable la ola de islamofobia que recorre a Europa. Los movimientos islamófobos son cada vez más visibles, y la opinión pública del viejo continente ha puesto recientemente su foco en las manifestaciones de tinte xenófobo que han llenado las calles de varias ciudades alemanas. Sus organizadores son conocidos como “Patriotas europeos contra la islamización de Occidente” (Pegida), surgidos en la ciudad alemana de Dresde, extendidos por toda Alemania y que ya cuentan con filiales en países como Noruega y simpatizantes entre organizaciones de ultraderecha que  proliferan en aquel continente.
“Somos conscientes de que el clima social en Alemania se ha enrarecido”, declaraba el titular del Interior alemán, Thomas de Maiziere, en vista de la capacidad de concentración de movimientos como “Pegida” y “Hooligans contra salafistas” (“HoGeSa”).
En Alemania se reconoce abiertamente que el fenómeno de la xenofobia va en aumento y se nutre del miedo de muchos ciudadanos, agobiados por la crisis, que creen que los inmigrantes acabarán con su cultura y lo que queda del malogrado “estado de bienestar”.
Inclusive, un conocido escritor francés, Michel Houellebecq, ha escrito una novela donde plantea la posible llegada de un gobierno islamista a Francia en 2022, apoyado por los miles de musulmanes que viven en el país.
Al mismo tiempo, numerosas formaciones de ultraderecha aparecidas en Europa en los últimos años tratan de acercarse a estos movimientos xenófobos, lo que complica la situación política de un continente que se siente blanco del “terrorismo islámico radical” desde hace años. Así se alimenta el odio. Son vientos sembrados desde hace tiempo y que hoy cosechan estas tempestades.
Entretanto, en nuestro país sigue latente la amenaza de una ofensiva violenta de la ultraderecha radical. Ayer señalábamos los conatos de saqueos en Guarenas y la guarimba virtual de la avenida Baralt. Hoy se reportan nuevas incidencias. El gobernador del estado Táchira, José Vielma Mora, denunció a grupos de personas que el miércoles trataron de montar guarimbas en San Cristóbal. Vielma aseveró que “No lo vamos a permitir. Hemos visto con tristeza como quieren, y están buscando la forma de entorpecer la realización y el desarrollo de la Feria (la Feria Internacional de San Sebastián). Unas 40 personas vinculadas a centros universitarios salieron a la calle con el ánimo de perturbar, pero no se los vamos a permitir”.
De hecho, el miércoles se registraron guarimbas en Barrio Obrero de Táchira, en los que al menos siete encapuchados fueron detenidos por la Policía Nacional Bolivariana. También se informó de disturbios que ocurrieron desde la madrugada en las adyacencias de la Universidad Católica del Táchira y otras personas quemaron cauchos en la carretera Panamericana que conecta con el estado Mérida.
Por otro lado, individuos provocaron desórdenes en los alrededores de la tienda Makro de Los Teques. Y ya en el día de ayer han vuelto los pequeños grupos guarimberos al municipio Chacao de Caracas, donde comienzan a armar alboroto. La ultraderecha parece haber prendido la hornilla con la que pretende “calentar” de nuevo las calles, con el mismo método fracasado que aplicaron a comienzos de 2014. “Tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe”, será lo que ellos piensan.

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