Nos manipulan más por pereza que por otra cosa
Lo queremos todo servido y si es posible que
nos den la comida con sonda para no vernos en el trabajo de tener que
masticarla. Cada día la dejadez hace mella en nosotros y con esto también la
insensibilidad y la irresponsabilidad que tenemos conformando una sociedad
profundamente excluyente. La raíz de los males de la sociedad somos nosotros
mismos: entes pasivos.
En nuestra burbuja de comodidad, creamos un mundo irreal en
el que creemos que somos islas y que océanos giran alrededor nuestro, pero por
el contrario somos parte de un todo y así como exigimos derechos tenemos la
obligación de las responsabilidades.
Y la lista de nuestros compromisos es infinita empezando
con hacer valer el privilegio de haber aprendido a leer y a escribir; con esto
atreviéndonos a dudar, preguntar, investigar, a formular un análisis propio, a
exponer nuestro criterio, a no quedarnos con la pasividad del conocimiento y
por el contrario compartirlo.
A pasar del pensamiento a la acción: porque de nada sirve
un pensamiento neutral ante la injusticia, encerrado o tapizado en redes
sociales: este tiene que convertirse en osadía, en mar despierto, en una
hondonada de flores de campana, en sangre hirviente que despierte multitudes;
en corriente, en llamarada que encienda miles de candiles que alumbren en las
oscuranas de la confusión y la ignorancia. Ese arco reflejo que significa el
criterio propio y el raciocinio, debe utilizarse para el bien común.
Pero para que eso suceda debemos sacudirnos la pereza y el
egocentrismo. Sintiéndonos islas, viviendo dentro en nuestras burbujas cómodas
seguiremos siendo masa amorfa y cerebros y voluntades manipulados por quienes
sí se atreven en nombre de la impunidad y el asalto a continuar con el sistema
que explota en nombre del capital y el patriarcado.
La pereza nos convierte en objetos maniobrables que repiten
lo que otros quieren que memoricen sin atreverse siquiera a dudar y a
cuestionarse, nos convierte en esa sociedad de parásitos que mantiene fecundo
el sistema y sus políticas misóginas, racistas, clasistas, homofóbicas y
estereotipadas.
Siendo apáticos permitimos que nos manejen como marionetas
y que se roben hasta nuestra voluntad. Mucho haríamos si por lo menos nos
atreviéramos a pensar por nosotros mismos y a preguntarnos si este sistema
establecido por las grandes mafias del capital y del patriarcado, puede ser
derrumbado con la fuerza de la unidad de seres que se atrevieron a dejar
desidia y la pasividad por la sensibilidad y la acción que buscan un mundo
distinto: igualitario, equitativo y que haga de la diversidad y la justicia su
raíz más profunda.
Malaya…
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