martes, 19 de junio de 2018


JEHYSON GUZMAN, EL PROTECTOR,  UN TITULO DE PELICULA 
– FEDERICO RUZ TIRADO
(I)

La derrota de Diosdado en Miranda hace algunos años después de su primera gestión, está entre los desencadenantes de la figura que dio origen al Protectorado, aunque  ésta la motivó el realce y la estadía de un figurín que se  instaló en la costanera de la revolución, al margen pero adentro de la refundación de la república iniciada por Chávez en el 99. No se podía dejar solito con sus veleidades de poder. Había que clavarle los ojos bien clavados, porque Capriles se nos metió en los hogares vía TV y empezó a hablarnos de tú a tú con la indefectible intención de joder, primero a Chávez, y luego con sus correligionarios de Tradición, Familia y Propiedad refugiados en Primero Justicia, labrar el rostro de una Venezuela sin Chávez, llena de curas tipo Urosa Sabino, Baltazar Porras, Ignacio Velasco y demás Monseñores ultraderechistas del Opus Dei. Fue con él que se hizo la estampa de “dormir con el enemigo” o, para estar a tono con el clima de ahora, que hayamos convivido con ellos; con Globovisión, con Ramón Guillermo Aveledo, con los Leopoldos (Castillo y López), con el inefable Teodoro Petkoff, con los Poleo, con Miguel Henrique Otero, Carlos Mata, con Guillermo Zuloaga, con María Corina Machado, con Diego Arria, con Kiko, con Carla Angola, con Nitu Pérez Osuna, con Macky Arenas, con Carmona Estanga, con Falcón, con Henry Ramos Allup y su esposa, con Pérez Recao, con la Plaza Francia, con los sindicalistas y militares golpistas, en fin: Capriles.

Entonces Elías Jaua se convierte en el Protector de Miranda y la Corporación pasa a ser dirigida por Américo Mata, luchador, dirigente popular, con las espuelas puestas, no con ínfulas ni alas de Protector sino como un actor político responsable de hacer lo que Capriles nunca hizo.

(II)
Así como a pesar del mosquitero los zancudos logran picar y chupar la sangre del durmiente durante las noches, estos “aristócratas del barrio” buscaron sitio, poltronas y formidables escondites para medir el terreno en caso de una eventual prisión confortable con visa de escape hacia sus respectivas Arcas de Noe. Pero todavía están aquí muchos de ellos y ahora joden sin cesar y han puesto sus condiciones en el condominio. Unos han sido diputados. Otros, negociadores de una paz que nadie vive, otros asesores, inventores de valores encriptados que tanto seducen al gobierno, bien sea por ocio, o por seguir incólumes en una ruta cada vez más parecida a la socialdemocracia, como dice José Manuel Rodríguez, pero con PDVSA en el suelo, con el Arco Minero en entredicho, en medio de un clima de incertidumbres, angustias, penurias, que no son democráticamente compartidas y que vienen como envasadas al vacío de ese paquetazo llamado la Guerra Asimétrica con Trump adentro, tal cual Rey del Turrón navideño que es tradición española.

(III)
En las últimas elecciones de gobernadores se adueñaron de la Media Luna, y el Presidente Maduro les dio la bienvenida a la nueva Era que parió este corazón cuarteado. Se comprometieron, se saludaron como si nada, y, eso sí, se retrataron en grupo para que los vieran los despechados esqueletos de la MUD. El gobierno emitió cheques de  presupuestos y situados. Maduro les pidió planes, ideas, y al del Zulia, lo castigaron todos: no le dieron ni agua. Eso le pasó por Guanipa y por gafo, pues ahí estuviera.

Sin duda que guste o no, el invento del Protectorado tenía un fin político y de mucha responsabilidad con la gente, cuyo voto no alcanzó para empujar al barranco a los gobernadores adecos. De los nombres de los Protectores nombrados por el Presidente Maduro, recuerdo a Jehyson Guzmán, quien perdió las elecciones en Mérida con un señor de apellido Guevara: un tipo que parece venir de Comala, o sea, de la casa de AD o de Ramos Allup, tipo Juan Preciado, pero en realidad es un adeco de siete suelas, con pinta de beberse, antes de entrarle a una parrilla y a un whisky 18 años, unas cervecitas bien frías para “hacer estómago”, mientras hablan de la basura que ha poblado la ciudad, las fallas eléctricas, el colapso de los servicios públicos y de todos los combustibles que tienen a la mano por si el plan adeco post luna de miel con Maduro, es montar una guarimba de nuevo tipo. Guevara es un ex policía educado por la lengua larga y la ilustración del macilento William Dávila Barrios, antiguo Virrey del estado andino y de las Ciudad de Los Caballeros.

(IV)
Pero Jehyson Guzmán, el Protector, no vive en la Dos Lora, ni en Campo de Oro, ni en Belén, cerca de la Hollada. Vive en la Caracas. Va a Mérida a comer hamburguesas en un Tropi Burger donde lo pitan los opositores y seguramente algunos del Psuv. Va a Mérida porque alguien le envía un mensaje de texto diciéndole que los Claps no llegan, y si llegan no se distribuyen. Va a Mérida en avión pequeño y allá lo espera un camionetón. Va a Mérida a visitar una Comuna importante que existe en Campo de Oro, pero no a compartir ideas y hablar de cómo está la vaina; no. Va, dice algo, regaña a unos militantes que ni conoce y  regresa, tal como fue, a la capital.

Entonces proclama cosas así: “Todos aquellos transportistas que busquen ser beneficiados a través de la Misión Transporte deberán trabajar para atender al pueblo merideño que diariamente necesita trasladarse”. Así lo reseña la prensa: “Guzmán indicó que no es posible que las unidades que han sido dotadas con insumos estén haciendo rutas que no le correspondan para cobrar una tarifa de pasaje mayor a la establecida en los decretos municipales. “Sabemos de unidades que no laboran entre semana, pero cada fin de semana hacen viajes a la frontera para ir a vender el efectivo, tenemos claro que no son todos los que hacen esto, pero quienes lo hacen, están perjudicando al pueblo”.

Y ya. Chao Guzmán. Ya es notorio que los merideños no quieren tu protección.





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