Castigar al pueblo
Continuamente y sin clemencia. Y apenas se pone cómico hay que endurecer el castigo, para que no siga votando por Chávez, por Correa, por Lula, por Daniel, por Mel, por Lugo, por Evo, por el Pepe, por los Kirchner.
Pero siempre hay vivillos que no se tragan la píldora ideológica, religiosa, televisiva y lo peor es que pueden llegar a ser mayoría. Para ellos hay cumbres de tortura, dictaduras, traiciones adecas, represión, prisiones, exilios, desapariciones y asesinatos mondos y lirondos. Pero eso tiende a afectar solo a su vanguardia, a Danilo, a Serra, a Durán, a…
A veces es necesario represaliarlo entero. Rutinariamente se le mantiene sometido a escasez, carestía, pobreza, ahogo. Pero en ocasiones extremas de rebelión popular es necesario endurecer todo eso. Inducir escasez a través de acaparamiento, contrabando de extracción, especulación, captando para ello al pueblo mismo. Funciona de lo más bien porque no hace falta todo el pueblo, basta seducir a pequeños grupos de baja moral, el Lumpenproletariat, por ejemplo, a funcionarios, ponle. Pero no solo lumpen sino también sectores menos precarios, a la que se autocalifica de clase media. Es cuando se llega a la pena perfecta: cuando parte del pueblo se autocastiga votando por sus verdugos y culpando del castigo a los líderes de su rosal principal.
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