Podremos estar en Semana Santa, pero parece que no habrá resurrección posible de la relación entre el Papa Francisco y el Presidente Donald Trump.
A diferencia de los presidentes estadounidenses durante las pasadas generaciones -incluyendo al presidente Obama, Clinton, George Bush, George W. Bush e incluso Ronald Reagan– cuando Trump viaje a Italia el próximo mes para las reuniones de la OTAN y la Cumbre del Grupo de los Siete en Sicilia, no hará un aparte para visitar el Vaticano.
George W. Bush, en comparación, hizo seis visitas papales a dos diferentes papas mientras fué presidente.
Un portavoz de los 1,200 millones de católicos del mundo, 70 millones de los cuales están en Estados Unidos, dijo que la política del Papa es reunirse con cualquier jefe de estado que quiera verlo, pero hasta ahora no ha habido ningún acercamiento por parte de Trump ni de sus representantes. Y no parece que habrá alguno.
Trump, que fue criado como presbiteriano, y el Papa Francisco, que se ha destacado como una fuerte voz contra los populistas anti-inmigrantes, están en los lados opuestos de numerosos asuntos políticos, sociales y económicos.
También están en desacuerdo sobre la inmigración, la crisis de refugiados, el cambio climático y los excesos del capitalismo – donde ganar dinero es el objetivo más importante.
Esa es probablemente la razón por la que el Presidente dejará pasar la visita.
También ha habido un conflicto político entre ellos en el pasado. En febrero de 2016, cuando ya estaba claro que Trump era el líder del Partido Republicano, el Papa Francisco dijo que “no es cristiano” el deseo de Trump de deportar a millones de inmigrantes indocumentados y construir un muro en la frontera con México. También pidió a Trump que abordara la “crisis humanitaria” a lo largo de la frontera sur.
Trump reaccionó llamando “vergonzosa” a la crítica del Papa a sus planes de construir un muro.
En marzo, el cardenal Peter Turkson, un colaborador cercano del Papa, instó a Trump a escuchar las “voces disidentes” y reconsiderar su posición sobre el cambio climático, después de que Trump firmó un decreto para desmantelar la legislación ambiental de la era de Obama. Turkson dijo que los EE.UU. está arriesgando perder su posición de liderazgo en el mundo y cederla a China. El Papa apoya firmemente el Acuerdo de París.
En el pasado, los presidentes americanos, incluso los republicanos, diseñaron su política exterior para reflejar las posiciones morales y éticas basadas en la ciencia y lo que es bueno para el mundo. Bajo Trump, las políticas de EE.UU. se basan en su visión de “América Primero“, el capitalismo desenfrenado y el pensamiento a corto plazo sobre las preocupaciones políticas.
Por lo tanto, existe un enorme abismo con el Papa, que ha demostrado preocuparse por la gente, la moral, la ética y el cuidado de los pobres, los desposeídos, enfermos o incapaces de cuidar de sí mismos.
Podría haber una decisión de último momento por parte del equipo de Trump de reunirse con el Papa Francisco, pero es muy poco probable. Incluso si los problemas logísticos para una audiencia de última hora pudiesen ser resueltos, Trump no es alguien que está dispuesto a sentarse con una figura de autoridad que sabe que no está de acuerdo con sus políticas y cosmovisión, y donde se va a sentir incómodo, incluso por un corto tiempo.
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