miércoles, 3 de febrero de 2016

Néstor Francia/Análisis de Entorno: 


Resistencia 

Nestor Francia 1Hoy, en medio de cierta profunda angustia, nos vamos de descarga. En general, esta semana nos ha dado por tratar con más largor algunos temas. Estos análisis no están amarrados a ninguna fórmula, los haremos según circunstancias que ni siquiera dependen siempre de nosotros.
El país transcurre entre sus vicisitudes, sus contradicciones, sus conflictos. El panorama se extiende ante los ojos del pueblo que contempla expectante, en una situación llena de paradojas. Una oposición que se ha convertido en mayoría electoral pero cuya base social está desprovista de toda emoción, de toda alegría, que no celebra, no toma la calle, su signo es tan depresivo como el de la mayoría del país. Por otro lado, un chavismo militante activo, movilizado pero claramente minoritario y en buena medida autista. Buena parte de quienes votaron por los candidatos del Gran Polo Patriótico están también desmovilizados y comparten con sus compatriotas electores de la derecha una peligrosa sensación de vacío de liderazgo. Se ha ido el gran cohesionador de todo, aquel que jugaba el papel del sol en el sistema solar de esta tierra, alrededor del cual giraban todos los planetas. Nos hemos quedado sin estrella y parecemos nómadas caminando desorientados en un desierto de palabras, de promesas, de ofertas y también de frustraciones. Peligrosa anomia donde cualquiera puede pescar en río revuelto.
La única opción verdadera e inmediata de que el país recupere la confianza la tiene el Gobierno, pero tarda en aparecer la renovación del discurso, el refrescamiento de las ideas, la liberación de las cadenas del dogma, la eclosión de la creatividad. Buscando a tientas en la oscuridad, no atinamos a conseguir la gema mágica que nos devuelva a los tiempos de esplendor, cuando el chavismo reinaba en el territorio de la esperanza. Hay que reconocerlo, amigo lector, diciéndolo en términos coloquiales: la vaina no se ve bien.
Por supuesto, lo peor que pueden hacer los revolucionarios en momentos como estos es bajar la guardia. Nosotros no solo luchamos para ganar elecciones, la nuestra es sobre todo, en este mundo de hoy, una lucha de resistencia. Debemos reconocer que hay una posibilidad de que perdamos el Gobierno, aunque esto no es una fatalidad. Pero en todo caso, queremos traer acá el símil del boxeo. Que hemos usado en algunas reuniones. Estamos en el ring frente a un enemigo que no se presenta fácil. Claro que estamos peleando para ganar, pero se sabe que podemos perder, como se ha dicho. Ahora bien, ganemos o perdamos seguiremos en resistencia, porque hasta el día de hoy el mundo sigue siendo de los injustos, de los explotadores, de los depredadores. Y así seguirá siendo por un tiempo que no podemos determinar, pero que de cierto no será breve, hay demasiada maleza que desbrozar. El tema cómo habremos de quedar de cara a lo que vendría, si acaso perdemos. Podemos caer por KO, tirados en la lona, duramente heridos, obligados a una larga y penosa recuperación. Y también nos pueden ganar por los puntos, que quedemos de pie sobre el ring, que tengamos que sanar solo algunas heridas, pero que podamos en poco tiempo regresar a la liza en buenas condiciones para tomar revancha y alcanzar la victoria.
La circunstancia obliga. Tenemos que mantenernos firmes y unidos en defensa del presidente Maduro y del Gobierno Bolivariano, aunque algunas veces nos moleste la  incomprensión, la tozudez, el desconocimiento de la realidad por parte de algunos camaradas. No podemos ceder a las confusiones del momento, a los desencuentros, a los bolsones de desaliento en el seno del chavismo, ni mucho menos a los vientos de división. Resistir respaldando a nuestro Gobierno, rodeándolo con conciencia y decisión. Y al mismo tiempo tratando de ayudarlo con la crítica leal, con los alertas necesarios. Podemos ganar o perder las batallas más próximas, nada está escrito. Pero no juguemos jamás para la esquina del enemigo. Medir los pasos, no dejar que los arboles nos tapen el bosque, nuestra opción no es cejar ni podrirnos en el lamento y la inconformidad. Resistencia.

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